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Dahyun sujetó la mano de Momo para llevarla a su centro, haciéndola sonrojar, más de lo que ya estaba. Su rostro era completamente rojo, por el calor del momento y por estar así con el 'amor de su vida'.

La mano fue a parar a su centro, descontrolando más a la mayor.

El deseo de tocar a ese alguien amado, de tener todo tipo de contacto, el deseo de estar solo con ella; Momo ya lo estaba experimentando cada vez más fuerte. Relamió sus labios, y dos de sus dedos separaron sus labios inferiores, haciendo gemir a la menor que se aferró a su hombro. Por alguna razón a la pelinegra le encantó ese gesto.

Sus dedos volvieron a acariciar la zona, tanteando, y después metió uno. Otro gemido escapó de los labios de la menor. La carne rosa que pedía a gritos ser atendida, Momo tragó saliva sonoramente, tratando de calmarse a sí mismo y no cometer una barbaridad.

Metió otro dedo, notando que su amiga estaba más apretada que de lo normal. Sentía que sus paredes asfixiaban sus dedos y apenas había metido la mitad de dos dedos. Momo relamió sus labios que estaban secos, y después los metió por completo, haciendo a Dahyun gemir fuertemente. Su ceño fruncido, sus labios hinchados de tanto morderlos y sus ojos cerrados. Se veía tan tierna y atractiva. Se concentró en volver a repetir la acción, varias veces, dándose cuenta de que la castaña no estaba tan húmeda como debería.

Por suerte ella trajo lubricante. Caminó hasta su mochila, sacando el bote, y se lo entregó a la menor, que la miró fijamente.

— ¿Yo-yo haré eso? — unos labios atrapando su pezón interrumpieron sus palabras, y luego sintió que Momo asintió, todavía mordisqueando su botón. Su pezón que relucía en su lechosa piel por ser tan rosado, la mayor sonrió, y volvió a chuparlo, haciendo gemir bajo a Dahyun.

— Sólo mete tus dedos en el lubricante, y mete tus dedos en tu... zona — un beso en sus clavículas y después escuchó de nuevo el sonido de la humedad entre ellas dos, seguido de los gemidos de la menor.

Momo se quitó ella misma su pantalón y su camisa, quedando en ropa interior, llamando la atención de Dahyun, que seguía dándose placer. Su otra mano se dirigió a su clítoris, recordando lo bien que se sintió cuando la mayor lo acarició, y sus gemidos aumentaron, llevando su cabeza atrás. Su espalda arqueada, y sus gemidos cada vez más altos. El sudor recorriendo el cuerpo de Dahyun, gotas por su cuello y frente, una imagen tan linda para la mayor. No importaba qué hacía, siempre resultaba encantadora para la pelinegra.

Incluso cuando se acaban de levantar y tenía saliva seca en sus labios, incluso ahora, que se estaba masturbando.

Llegó hasta el cajón de los condones, sacando uno, y lo abrió con sumo cuidado, enrollándolo en toda su extensión. Estaba erecta y Dahyun ni lo había tocado. Caminó hasta la menor, tomándola de las caderas para voltearla por completo, pero ella se negó.

— Tengo que besarte, por lo menor verte, leí que duele si es demasiado grande, y Momoring, tú ahí te cargas 25 cm, casi una regla — Momo asintió, separando las piernas de Dahyun y llevándose una a su hombro, haciéndola sonrojar. — Con cuidado.

Agarró el bote de lubricante y lo llevó a su miembro, empapándolo del líquido, y después, fue metiendo la punta, sintiendo como las paredes de Dahyun lo apretaban tanto que llega a asfixiar. Esperó a que los pequeños quejidos de Dahyun pararan, y fue metiendo más, lentamente. Leves centímetros más y divisó el hilo de sangre caer de la zona de la menor. Momo perdió la cuenta de cuántas veces tragó saliva.

Iba a seguir metiendo lento, hasta que un grito de la castaña la asustó, casi saliendo.

— ¡Mételo todo de una vez, duele de puta madre!

— ¡No tengo que meter todo si no quiero dañarte!

— ¡Mételo todo, Momo, métemelo todo ya! — la mayor tenía una paciencia muy limitada esos días, así que en una fuerte estocada logró meter hasta la mitad en Dahyun, haciéndola gemir alto, lo confundió con un quejido. Se apoyó en sus codos, viendo como el condón tenía varios hilos de sangre, y miró a la menor. — Ta-tarde o temprano iba a perder la virginidad, cállate y sigue metiéndolo.

Dahyun tenía razón, y Momo agradeció su honestidad. Prefirió ser ella que otro idiota, más idiota que ella misma.

Sujetó de las caderas a Dahyun, y volvió a meterlo en una estocada, hasta que algo la hizo topar. Ahora eran una misma. Los ojos cerrados de Dahyun con fuerza, sus cejas fruncidas y lágrimas amenazando con salir. Momo sujetó ese rostro y lo besó, esperando a que la menor se acostumbrara a su tamaño. No se movió, y la castaña abrió sus ojos, viéndola atenta.

— Puedes moverte ya.

— ¿Tan rápido? — unas caricias en su nuca, y Momo sacó hasta la punta, y volvió a meterse, de una manera lenta, suave. La besó, seguía sujetando su cintura, y sonrió en medio del beso. Volvió a repetir la misma acción, y el gemido de Dahyun le indicó que ya no era dolor puro lo que sentía. Otra estocada suave, alborotando su corazón.

En la habitación se escuchaba el ruido de sus pieles chocando, la humedad de Dahyun, y los gemidos de ambas.

Momo gimió al sentir la estrechez de Dahyun, y un pensamiento fugaz que llegó para quedarse. Estaban haciendo el amor. Según la mayor, estaban haciendo el amor de una manera cuidadosa, y en ese momento ya no pensó que era solo un intercambio o un polvo para que Dahyun bajara de peso y fuera feliz con alguien más, sintió que estaban haciendo el amor, ellas dos.

Volvió a besar esos labios que tanto le encantaban, e involuntariamente sus movimientos aumentaron de ritmo, haciendo a Dahyun gemir más alto.

Era felicidad pura en ese momento, sus movimientos a velocidad media, los gemidos de Dahyun, que comenzó a subir sus caderas a medida que completaban una estocada, y Momo terminó una estocada meneando sus caderas, recordando que eso le había dicho la señora Yoo al momento de tener sexo en el baño.

Quería borrar eso de su mente para siempre. Quería pensar que Dahyun fue su primera vez, y que ella fue la primera vez de Dahyun.

Sus labios se dirigieron al cuello de la menor, comenzando a mordisquear y chupar de su piel, llevándose entre dientes para después soltarla, la menor cada vez gemía más fuerte.

Sus cuerpos llenos de sudor, sus gemidos inundando la habitación, y el sonido de los varios besos que compartían en cada estocada que hacían. La mano de la pelinegra bajó hasta su centro, buscando acariciar su clítoris, pero algo palpó que sobresalía de su vientre. Un bulto. Y recordó que por lo menos 20 centímetros estaban dentro de ella.

Sus manos bajaron por completo a su zona, logrando el objetivo, y el placer se expandió por todo su cuerpo. La velocidad que Momo estaba utilizando era la perfecta, lo que metía y sacaba, y sus dedos complaciendo su nervio, todo fue perfecto para que la castaña alcanzara su orgasmo, y lo logró, arqueando su espalda cuando lo logró. Un gemido alto y se corrió, empapando el miembro de la mayor con sus fluidos.

Una estocada más y después escuchó que Momo gimió fuerte, y maldecía en voz baja. Otros gemidos, Dahyun que seguía retorciéndose y la mayor que se estaba recuperando de su orgasmo, saliendo de la menor.

El condón tenía fluidos y sangre, así que la pelinegra se lo sacó con un papel y con cuidado. Lo enrolló en el papel y lo tiró, haciéndola sonreír.

Hizo el amor con Dahyun.

Sus pensamientos no pudieron llegar más lejos porque escuchó el sonido de una puerta y un "¡Dahyun, ya llegué!" de su madre.

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⏰ Última actualización: Jul 09 ⏰

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diet of sex ➳ dahmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora