Después de abrir el libro de las ocho llaves, los chicos aparecen en distintos puntos geográficos; en un lugar distinto cada uno, desconcertados e incomunicados.
A partir de ese momento, tendrán que descubrir cuál es su misión, enfrentando a todo a...
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VALENTINA.
Mi momento de paz se vió interrumpido por todas las chicas. Estuvimos en la habitación charlando y poco a poco fueron bajándole a la intensidad pues, evidentemente, yo estaba bien.
Entramos al spa de Hope con la chicas. Mar no me quería soltar, alegando que tenía que ir con mucho cuidado. En realidad, estaba siendo dramática, era así, pero no le podía decir nada porque la quería, y también porque me causaba gracia.
Vimos que Lleca se encontraba con Esperanza, los dos al lado de una consola donde ella trasmitía ese programa de radio suyo de todos los días.
—La planchita está en mi cuarto, Lleca, rajá— dijo, en tono demandante, Mar.
—¿Planchita? ¿Cuál? No, yo no, no- ¿en tu cuarto?
—Sí.
León me miró —¿Vos estás bien, bombón?
Sonreí —Sí, mucho mejor— le guiñé un ojo.
El rubio asintió y salió del lugar. Un teléfono sonó, de pronto, y Hope sacó el suyo, haciéndonos saber que provenía de ahí el sonido.
—Hello?— pausó —¡Papuchi!
Todas jadeamos y nos acercamos a la rubia rápido para tratar de quitarle el celular y hablar con Nico.
—¡Nico, Nico!
—¡Dame eso!
—¡Aquí!
—¡No, no, no, no! ¡Basta, basta! A ver-
—¡Quiero hablar con él!
—¡Nico, aquí! ¿Nos escuchás?
—¡Paren!
Esperanza se alejó de nosotras y salió para que no interrumpamos su conversación con su papá, algo que todas queríamos hacer.
De pronto, Jazmín exclamó.
—¡Te chapaste a mi novio, tarada! Te voy a matar.
Comenzó a jalonear a Melody mientras que esta le pedía que parara entre gritos. Cari y Tefi siguieron con otra discusión sobre Nacho.
—¡BASTA!— grité.
—¡Basta, che!— Mar me apoyó —¿Ya se olvidaron? ¡Tenemos que estar bien!
Las chicas callaron enseguida y Mar negó.
—¿Por qué no aprenden un poquito de mi, che? Sí, de mí, que soy madura, que tengo una pareja muy, muy estable, que pongo fichas al amor, che.
—¡Pero, por favor!— Melody bufó —Estuviste todo un año entero tiroteando con Sebastián— le dijo y, luego, arqueó una ceja —¿Me estás cargando?
