Mil Tormentas// Juan Pablo Villamil// Morat

Capítulo 37

El día paso realmente rápido y cuando menos me di cuenta me estaba despidiendo de Ana para subir a la ruta, fue un día duro pues no había dormido nada y las imágenes de la noche anterior me llevaron a tener una conversación con mi amiga, quien había notado de inmediato que algo me pasaba. Y obviamente se emocionó cuando le conté que Villa había estado cantándome hasta que me dormí, no podía negar que es de lo más bonito que han hecho por mí, sobre todo por la hora que era.

Los chicos se subieron después de un rato y comenzaron a hablar de como ya en su curso habían empezado con las propuestas para el gran baile que estábamos planeando. Y las preguntas a Juan Pablo no faltaron, que cuándo me lo iba a pedir y cómo, él se limitó a mandarlos a callar y decirles que todo a su tiempo, además que no era prudente hablarlo conmigo ahí presente, que después les contaría más. Martín a mi lado me codeo, pues realmente nosotros no estábamos siendo participes de su conversación, sin embargo, estábamos escuchándolo todo, yo solía podía sonreír, pero la pregunta de anoche no salía de mi cabeza ¿era yo acaso solo un gusto y jamás a la que se lo pediría? Y claramente es ridículo pensarlo luego de la gran declaración que me hizo en semana santa, pero quizás yo hice algo que no deje que me pida formalmente ser su novia.

Martín nota mi mirada nerviosa y toma mi mano apretándola, ¿Dónde se había quedado aquella que dijo de pedirle a Villa que fuera su novio si él no se lo pedía? La verdad es que ni yo lo sabía la mirada de Martín me tranquilizo.

— ¿Bueno, y ustedes dos que tanta secreteadera tienen? Isaza nos saco del pequeño trance en el que estábamos

— Ninguna. — Dije restándole importancia para no nos pillaran antes de tiempo

— Preciosa, mientes muy mal. — Su voz entrando a la conversación me hizo mirarlo para sacar la lengua a modo de reproche. — Pero haremos de cuenta que no pasa nada solo para no dañar la sorpresa que todos, digo ninguno, sabe que están preparando.

— ¿Quién dice que es una sorpresa y no un evento trágico? — Comenté riendo

— ¿De qué evento trágico estaríamos hablando? — Villa trataba de no reír mientras me miraba

— No sé, que me vaya de intercambio a otro país y encuentre nuevos amigos y ya jamás vuelva. — Vi como poco a poco esa sorna con la que me miro segundo antes desapareció para mirarme serio

— Con eso no se juega, señorita. — Ahora era Alejo el que hablaba, viendo como había afectado aquel comentario a su amigo

— Villa, cielo, sabes que es bromeando, si les tenemos una sorpresa, pero deben dejar de ser tan chismosos ole, déjense sorprender. — El volvió a mirarme con una sonrisa en el rostro, había logrado su cometido y yo caí redonda en su trampa

— Siempre caen, preciosa. — Torcí los ojos justo en ese momento haciendo reír a nuestros amigos

— Eres un imbécil, Juan Pablo, ¿no te lo habían dicho? — Su mira sorprendida ante mis palabras y seriedad me hicieron estallar, ahora a mí, de la risa. — El que ríe de último ríe mejor, cariño, y yo siempre río de última.

— Lo de ustedes es un fina línea entre el amor y el odio parce. — Simón no podía parar de reír, al igual que los demás, ante aquella escena que acaban de presenciar

— Yo diría que mas bien se complementan de una forma que solo ellos pueden entender en medio de sus juegos. — Dijo Alejo quien, claramente, sabía desde un principio lo que pasaba

— Ella sabe que yo la amo. — Dijo Villa dejándome sin palabras

— ¿Tan seguro estas de que lo sé? — Solo quería molestarlo un poco y funcionó, pues, como buen dramático, se llevo la mano al pecho como si lo hubiera insultado; lo que me tomó por sorpresa fue que se levantó con precaución y se acercó velozmente a mí, que me encontraba apoyada en el respaldo de la silla con las rodillas en el asiento, y me beso mientras tomaba mi cara con cariño