──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────Sorprendentemente el silencio que había en la casa era perturbador, no era tan incómodo, apenas y se podía percibir el sonido de las respiraciones, junto a sus corazones que se habían sincronizado inconscientemente mutuamente a la lluvia, una danza de tambores cardiacos, el cuerpo de Saúl tirado sobre el césped, sintiendo las frías gotas que le bañaban el alma, el cuerpo de Alejandro posado perfectamente en aquella mecedora como si fuera una ofrenda para la luna, su cuerpo desparramado incómodamente placentera.
Era una rutina después de cenar, salir a degustar un cigarro aún con el sabor del café en sus labios, no querían decir que eran los más románticos, pero claro que habían hecho pequeños actos un gran y significativo ritual para demostrar un gramo de amor, a pesar de todo el tiempo transcurrido, Saúl aún se moría de amor por aquel castaño con desagradable humor.
Mantuvo su mirada fija en el rostro del castaño, viendo su perfil, maravillado con tal belleza, soltó una sonrisa cómplice de su corazón, observando como las finas gotas recorrían el rostro masculino de su amante.
Se arrodilló para después gatear hacia el cuerpo de su compañero, quedando a tan solo unas cuantas respiraciones de distancia, quitó el agua que minutos antes habían empezado a empapar los labios y los degustó, el tabaco era buen compañero de un ansiado beso, amargo, con algo tan dulce, era la combinación perfecta de la que Saúl tanto estaba fascinado.-todavía estoy enamorado de ti
- me lo dices todas las noches Saúl
- es que en las noches es el único momento donde te puedo tener solo para mí, donde te puedo besar, tocar, degustarte y mirarte sin que seas solo mi guitarrista - pegó su cuerpo al de Alejandro, sintiéndose más cerca de sus latidos.
- me amas solo detrás de la puerta de nuestra casa - chasqueo la lengua - y pensar que eras tú el que tanto me rogaba, ahora me tienes como un amante, oculto, sigo siendo la sombra de una mujer.
- de que estás hablando mi amor, si clarito se me nota que me trae pendejo un cabron.
- de que te sirve mirar, si no lo puedes reclamar - Saúl se sentó sobre las piernas del otro sintiendo unas raras cosquillas en las puntas de sus labios y dedos, era algo tan magnético, como ser electrocutado por un rayo de tlaloc, justo esos se sentía un dios con todo el poder que Alejandro le hacía sentir, se sentía inmortal, simplemente un cuerpo astral bailando en una lluvia de estrellas.
Solo pedía que aquellos momentos no se terminaran, que Alejandro no mire a alguien más, que solo muera de amor por él y para él.Y entre aquella fría y lluviosa noche, se entregó en el portal del pecado ante un ángel que extendía los brazos rogando por más.