1. Malditas mujeres y sus señales confusas

557 50 84
                                    


Los huesos crujen al ser golpeados con una pala. Mi vecino está en el jardín, enterrando un gato. Trabaja con una frialdad escalofriante, sin un solo gesto de remordimiento.

Tengo suficiente. No necesito ver más.

Entro a la casa y dejo que el calor me calme la hipotermia que comenzaba a darme afuera.

Mi bienvenida a Ámsterdam no podría ser más desconcertante. Acabo de llegar, recién mudado aquí porque mi mamá se va a casar con un tipo alto y rubio, y no tengo idea de qué le vio él a ella. Ni siquiera es atractiva. Aunque, claro, alguna vez escuché que a los europeos les atraen las mujeres mexicanas.

Voy a la habitación que me dio Rho, el prometido de mi mamá y veo mis maletas con flojera. Ni siquiera puedo desempacar cuando me quedo dormido, he pasado un día entero despierto para evitar que el jet lag me afecte tanto como dicen que lo hará.

5 am

El mordisco de un gato es el causante de interrumpir mi sueño, es el gato naranja de Rho. Ese gato y yo somos almas gemelas, completamente.

-Qué bueno que no te enterraron a ti -susurro. Me lo quitó de encima y me levanto de la cama.

Mi mamá ha dejado un post-it en la puerta.

Qué raro que no me haya advertido sobre incendiar el salón para salir temprano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Qué raro que no me haya advertido sobre incendiar el salón para salir temprano. Ja, ya me han suspendido por eso antes.

Me froto el rostro caminando hacia el baño y una vez ahí me aseguro de desvestirme.

Se me encoge y se me pone la piel de gallina.

-Pinche frío ojete - susurro tieso -. Al menos el agua debe estar caliente.

Me acerco con miedo a la regadera y abro la llave caliente. Al principio es realmente relajante pero después de tan solo 30 segundos, me siento a punto de tener quemaduras de décimo grado hasta en el cerebro. Salgo lloriqueando de ahí.

No voy a bañarme jamás. Quiero irme a México.

Después de mi breve encuentro doloroso con la regadera, decido que hoy será un buen día para no incendiar nada ni causar revoluciones estudiantiles. Bueno, al menos eso prometo a mi mamá mentalmente mientras me seco a toda prisa y me visto con la ropa que han dejado para mí en la cama; una playera básica blanca, hoodie negro con estampado de costillas, pantalones baggy y mi cinturón con tachuelas.

¿Qué si son suficientes para los 8 grados de afuera? No, pero mientras el outfit esté bueno, el frío es mental.

Me robo el delineador negro en lápiz de mi mamá, y me lo pongo en los lagrimales.

Me veo súper guapo, ¿por qué no puedo ser mi propio novio?

Me voy a la cocina, en donde el gato me espera y comienzo a hacerme un sándwich.

Odio quererte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora