ᴍᴇᴛᴀᴘᴏʀʜᴏꜱɪꜱ

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Renacimiento.

Te enfrentas a una fuerza inquebrantable, insuperable, alguien o algo que, por más que intentes con todas tus fuerzas detenerlo para que deje de hacerte sufrir, simplemente te hunde en un mar en descomposición, un mar sucio, un mar desconocido que te conduce a un ahogamiento por lástima, dolor, frustración e impotencia.

A pesar de todo, no te quedas tranquilo. Aunque tus fluidos se mezclen con la tierra sucia que guarda el agua, hay una pequeña brasa dentro de ti que te impulsa a seguir peleando.

¿Acaso la vences?

Te levantas del agua, después de sentir las descargas eléctricas que recorrieron tu cuerpo y cómo tus pulmones se llenaron de líquido. Ahora eres alguien nuevo. Después de haberte sumergido en esa red, ya no eres el mismo.

Ya no eres la misma persona. 

21 de abril, año 2002. 

La policía estatal de Montevideo alertó sobre un homicidio en la avenida Luis Alberto de Herrera. Un hombre adulto de 41 años fue la víctima. Habían atrapado a la culpable, una señora de 35 años. Su caso fue atendido casi de inmediato, ya que se trataba de una familia algo adinerada.

Fue entrevistada en la comisaría general de la ciudad por la noche. El entrevistador sería el criminólogo Gustavo Antuña.

Todos esperaron durante un tiempo, hasta que Gustavo junto con un compañero suyo y un oficial entraban a la sala. La señora solo miraba a la mesa. 

Los tres hombres se sentaron enfrente de la señora. La saludaron, pero ella no respondía. 

Antuña comenzó a hablar. 

- Usted no está aquí para quedarse callada. Hable ahora. Diga lo que sucedió.

La señora se mantendría callada. El compañero de Gustavo, Álvaro Pintos, comenzó a hablar.

-"¡Si no quiere decir nada, no es nuestro problema! A nosotros no nos están acusando de un homicidio."

Antuña miró cómo la mujer se mostraba con más estrés. Él siguió hablando.

- Si usted nos dice lo que paso, le aseguramos impunidad. Diga lo que pasó y nosotros la ayudaremos.

La señora finalmente alzo la mirada. 

- Él estaba golpeándome... 

- ¿Y? ¿Qué sucedió después? 

- Sentí miedo, no sabía que hacer, mi hija nos estaba viendo. Actúe por impulso...

Topo fue directo.

- Encontramos un cuchillo, ¿Con eso lo mató? 

- Si... 

- ¿Por qué? 

- Estaba cocinando. 

𝗞𝗼𝗺𝗼𝗿𝗲𝗯𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora