𝑻𝒉𝒆 𝑳𝒊𝒈𝒉𝒕 𝑩𝒆𝒉𝒊𝒏𝒅 𝒀𝒐𝒖𝒓 𝑬𝒚𝒆𝒔 - 𝑺𝒂𝒕𝒐𝒓𝒖 𝑮𝒐𝒋𝒐 𝒙 𝑻𝒖

☨𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟓☨

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Recostado en un cómodo camastro acolchonado, Satoru disfrutaba del sol en la terraza de una casa abandonada. Dicha casa era una de las tantas que había en uno de los vecindarios circundantes al de donde vivía ___. Ahí, él observaba el cielo de mediodía, mientras su estéreo sonaba a todo volumen. Pese a lo estruendoso del ruido, los gatos que convivían a su lado no parecían molestarse, pues algunos dormían plácidamente como si nada, y otros jugaban entre ellos, disfrutando del cálido ambiente.

Después de haberse peleado con ____ y de darse cuenta de que ya no tenía nada que ver en su vida, Satoru, sin otra opción a la vista, volvió a la casa abandonada donde solía refugiarse antes de conocerla. Era claro que odiaba regresar a ese lugar, pues solo le provocaba una profunda sensación de soledad. Sin embargo, al no tener otro sitio a donde ir, aceptó de mala gana quedarse allí, donde al menos la compañía de sus gatos y su estéreo le ofrecían algunas distracciones para no sucumbir ante la soledad y sus problemas. Gracias a estos, Satoru lograba mantener su mente ocupada, ya que atender a las necesidades de sus felinos (alimentarlos, limpiar sus areneros y jugar con ellos) y sumergirse en la estruendosa música ayudaban a que los recuerdos de su ex amiga que se colaban en su mente se desvanecieran.

Al principio, estos métodos no lograban consolarlo del todo, ya que aún añoraba a la peliazul. No bastante, con el paso de los días, Satoru comenzó a acostumbrarse a su ausencia y a aceptar la dolorosa realidad de que su amistad con ____ estaba irremediablemente rota, resignándose a la idea de que nunca volverían a ser amigos. Era evidente que aún había momentos en los que no podía evitar pensar en ella y en cómo estaría, pero para liberarse de esos pensamientos persistentes, solía encender su estéreo y poner una canción a volumen alto, justo como lo estaba haciendo ahora en la terraza.

Su determinación era firme: No permitiría que el recuerdo de ella y sus dolorosas palabras continuaran atormentándolo. No iba a someterse al sufrimiento por alguien a quien, en última instancia, había deseado no haberlo conocido. Y, aunque no era lo que él realmente quería, estaba decidido a hacer realidad el deseo de ___, a pesar de lo difícil que le resultara llevarlo a cabo.

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"Bueno, allá vamos", se dijo a sí misma para darse ánimos. Cerrando sus ojos, ___ respiró profundamente, dejando que el aire llenara sus pulmones antes de soltarlo con calma, en un acto de mantenerse tranquila para lo siguiente que iba a hacer.

"Solo entro, pregunto por él... Y si no lo encuentro, volveré a mi mundo y tendré otro motivo para odiarme. Después de todo, no pude arreglar lo que yo misma ocasioné", murmuró, tomando nuevamente un profundo respiro.

En su diálogo interno, ella lamentaba una vez más no haber procesado mejor sus emociones ni haber hablado con raciocinio el día del auditorio. Si lo hubiera hecho, quizá Satoru aún estaría a su lado, siendo su amigo. Con los ojos aún cerrados, la joven llevó sus manos hacia el collar que colgaba de su cuello. El dije en la parte delantera mostraba la figura del Sol, símbolo de la vida y del mundo tangible al que ella pertenecía. Al girarlo, se revelaba la Luna en su fase oscura, emblema de la muerte y del mundo sobrenatural. Este último era el reino al que se había adentrado, en busca de encontrar de una vez por todas a Satoru, ya que solo las almas errantes de ese dominio podían darle información precisa sobre su paradero, en caso de haberlo visto.