Capítulo 52

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Nuvia no sabía cómo reaccionar ante la presencia de esa mujer, no tenía recuerdos claros de ella. Sólo tenía cinco años cuando se fue, cuando decidió que ser médico era más importante que ser su madre. Le dolía ver el parecido entre ellas, ver que había heredado sus ojos, esos que la miraban con esperanza, con suplica.  Nuvia no era tan fuerte como Samanta, pensó que habría sido mucho mejor que su hermana hubiese sido la que abriera esa puerta, la que enfrentara a Rosario, porque ella no sabía qué hacer.

- ¿Q-Quieres...pasar? -Dijo dudosa y tartamudeando la porrista- Rosario sonrió, le estaba yendo mucho mejor que el día anterior.

-Me gustaría mucho-Contestó-. Nuvia le dejó espacio para que pasara y en eso llegó la comida que pidió para cenar, lo dejó encima de una mesa y avanzó hasta el salón donde estaba Rosario.

-Estoy sola-Dijo en automático la pequeña Rivera -Papá tuvo una emergencia y mi hermana está cenando en la casa de su novia-Agregó-. 

-Nuvia, lamento presentarme así, pero ayer... Samanta...-Intentó decir la mujer pensando que su hija mejor sabía de su encuentro con Samanta el día anterior-.

-Samanta...-Inquirió-.

-Ayer la vi, eso no salió bien -Dijo- Nuvia comenzó a pensar con mucha rapidez ¿Samanta sabía que su madre había vuelto y no se lo dijo? ¿Porqué no se lo dijo? Era su madre también, ella tenía derecho a saber algo tan importante como el hecho de que su madre estaba de regreso.

- ¿Samanta sabía que estabas aquí? -Preguntó profundamente dolida-. Rosario ahí se dio cuenta que Samanta no le había dicho nada su hermana pequeña y se sintió mal, porque la mirada de Nuvia, esa tan parecida a la suya había mutado en un sentimiento difícil de descifrar. 

- ¿Qué estás haciendo aquí? -Preguntó otra vez la porrista-.

-Volví, volví por ustedes -Contestó-.

- ¿Por qué ahora? - Expresó dolida- Han pasado muchos años...-.

-Lo sé, sé que ha pasado demasiado tiempo...-.

-No tienes derecho... No tienes derecho a aparecer ahora como si nada hubiese pasado...-Le recriminó-. Rosario suspiró profundo.

-Lo siento tanto... Me arrepiento mucho de haberlas dejado, nada de lo que hice pudo con el vacío de haberlas dejado, las extrañé mucho- Dijo y dio un paso adelante intentando acercase a ella-. Pero Nuvia dio un paso atrás, porque por mucho que lo intentará, esa mujer no podía decir que las "había extrañado", intentado ser ella la víctima.

- No - Le dijo poniendo su mano como un escudo-. Y Rosario bajó la cabeza, con sus ojos cristalinos por el dolor. -Creo que es mejor que te vayas...-Lepidió con la voz suave-.

- ¿Podemos... Vernos? ¿Otro día? - Le pidió con voz de súplica-.  Nuvia la miró con sus pensamientos revueltos, con su corazón latiendo fuerte, aún no sabía cómo reaccionar ante ella. Rosario buscó en su cartera y sacó una tarjeta, luego estiró su mano con cuidado para dársela.

-Llámame, cuando quieras... -Dijo- Nuvia la tomó y le hizo una afirmación con la cabeza, Rosario  fue dando pasos cortos hasta la puerta, la porrista botó todo el aire que tenía en sus pulmones cuando sintió la puerta cerrarse, algunas lágrimas comenzaron a brotar por sus ojos, tenía una mezcla de sentimientos difíciles de manejar, estaba molesta con Samanta por ocultarle la llegada de su madre, estaba más molesta aún con esa mujer que sin aviso se había presentado en su puerta como si su abandono no les hubiese hecho tanto daño. 

Dejó la tarjeta encima y subió hasta su habitación, se cambió, buscó su chaqueta y salió, no supo dónde ir hasta que llego a su puerta.

Toco tres veces y nadie le abrió. Toco tres veces más y escuchó algunos pasos. Toco tres veces más y escuchó su voz, segundos después tenía sus ojos negros observándola con preocupación.

Inalcanzable - rivari g!p Donde viven las historias. Descúbrelo ahora