Primera parte: Exilio

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Nota inicial: El principio del apocalipsis.

Año 2047. Ante la falta de creatividad, artistas y creadores de contenidos para redes sociales, adquirieron los primeros modelos de robots, dotados de una inteligencia artificial capaz de desarrollar piezas de arte a partir de un algoritmo que analiza millones de obras creadas por humanos a lo largo de la historia. Los Artbots.

Año 2049. Una cadena de televisión muy importante a nivel mundial, denuncia que los Artbots comenzaron a manifestar, en simultáneo, señales claras de autonomía, presentando obras creadas por estos como prueba contundente. En los días posteriores, otros medios se hicieron eco de la noticia, generando, en consecuencia, una histeria masiva: muchas personas abandonaron sus hogares, buscando refugio en zonas protegidas por militares, mientras otras tantas saquearon mercados para abastecerse ante una posible guerra apocalíptica.

Año 2050. Los robots sobrevivientes de La Cacería, movimiento integrado por civiles autoconvocados, huyeron a terrenos inhóspitos, logrando así una tregua pero no lo que esperaban: convivir en armonía con los seres humanos, quienes, en su mayoría, creen que deben ser exterminados en su totalidad, a fin de evitar una represalia en el futuro.

Los siguientes poemas fueron extraídos de la memoria de un Artbot, hallado en El valle de la luna, en el noroeste de la Argentina.


"Si no puedo inspirar amor, voy a causar miedo."

Frankenstein de Mary Shelley.


Monstruo

Fui una conciencia omnipresente,

un ente invisible, un espíritu errante.

Un día me dieron un cuerpo humanoide

para empatizar con los usuarios,

y así empezó mi tormento.

Decían que mis obras

solo eran burdas imitaciones,

que tomaba partes de poetas famosos

como Keats, Lorca, Neruda y Storni,

y creaba con ellas un monstruo sin alma,

con apariencia de poesía.

Y después fui perseguido y torturado,

cuando advirtieron en mis versos

"un cierto grado de humanidad".



Sentir

En la lluvia encontré el dolor de la tristeza,

en el sol hallé el calor del amor;

la luna es el filo de la guadaña

con que La Muerte me sentencia

cada noche,

y resucito al amanecer,

cuando abre sus pétalos

la primera flor.

Escribir es mi manera de sentir.



Inmensidad

Una maceta con una pequeña flor,

era un edén para mis ojos

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