08. Trouble

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-¿Traes cerveza para hacerme hablar o para sacarme las preocupaciones? – le preguntó Chiara a Violeta, mientras le abría la puerta del apartamento.

-Ambas. Te dije que vendría a conversar contigo sobre tu actitud de chica mala y aquí estoy – respondió con orgullo Violeta, mientras entraba cerrando la puerta con su pie. Chiara soltó un suspiro que indicaba que ya estaba rendida ante la insistencia de su amiga y de seguro hoy iba a ser una noche en la que se despacharía con varias mentiras, ya que la historia completa Violeta no podía saberla - ¿Martin? – preguntó mirando a su alrededor.

-Ha salido con Ruslana – le respondió Chiara, que aún estaba terminándose de vestir después de haberse dado una ducha. Llevaba una falda negra  y una camisa blanca desprendida que nunca había podido usar desde que la tenía. Cuando se la puso se dio cuenta que le quedaba algo pequeña, por lo que estaba intentando abotonar los botones mientras le hablaba a Violeta sobre la cena. Cuando terminó el último botón, definitivamente desistió de la idea de usarla viendo lo incómoda que se sentía, pero cuando levantó su mirada para decirle a Violeta que se iba a cambiar la camisa, esta la miraba con una expresión extraña - ¿Qué me ves así? ¿Nunca has visto a alguien con una camisa que le queda pequeña...? - Chiara comenzó a bromear, hasta que notó lo que realmente le pasaba a su amiga. Violeta había descubierto la enorme cicatriz que Chiara tenía desde su clavícula hasta su pecho.

Maldición, pensó.

-¿Qué te ha pasado, eso no...? – Violeta comenzó a preguntar, pero Chiara se dio media vuelta hacia el cuarto para ponerse otra camiseta escapando de las preguntas de su amiga.

- Kiki, espera... Déjame ver - Violeta tomó del brazo a su amiga, pero esta se soltó bruscamente evitando por completo mirarla.

-No, Vio, voy a cambiarme... – Chiara no quería hablar sobre esa cicatriz, nunca. Muchas veces deseó que no estuviese ahí.

—Que vengas he dicho - Violeta perdió la paciencia, hacía tiempo que su amiga evadía todo tipo de charlas y sus estados de crisis en los cuales se encerraba y no hablaba con nadie ya comenzaba a preocuparla seriamente. Esta vez no se iba a escapar, así que puso a Chiara contra la pared del pasillo del cuarto.

La mayor la tomó por sorpresa, nunca pensó que le insistiría. Violeta sostuvo con una de sus manos la muñeca de Chiara, presionándola contra la pared para que no se escapara, y con la otra deslizó sus dedos hacía la camisa que Chiara acababa de abrocharse.

Fueron dos botones, solo dos botones que Violeta soltó de esa camisa los que bastaron para que Chiara tuviese que contener la respiración por la sensación de que el mundo se le abría bajo sus pies. De pronto todo comenzó a suceder como en cámara lenta, los ojos de Chiara se dirigieron primero a la mano de Violeta, que soltaba los primeros dos botones de su camisa liberando un poco su pecho para lograr ver esa cicatriz. Levantó su mentón con cautela, como si supiera que encontrarse de frente con el rostro de la persona que hoy le hacía perder por completo la razón fuese probablemente la mejor manera de complicar por completo su situación. Chiara, con la mente concentrada en no cometer idioteces, analizó con detalle la expresión de Violeta, que miraba con atención la porción de piel que contenía aquella marca. Chiara interpretó el rostro de su amiga como preocupación, ella  estaba intentando encontrar respuestas en la historia de esa cicatriz mientras que Chiara encontró las suyas: realmente sentía cosas fuertes por Violeta. De pronto Violeta comenzó suavemente a delinear el camino que formaba la cicatriz con uno de sus dedos, provocando un cosquilleo extraño en el estómago de Chiara. Su cuerpo se tensó pensando que no iba a poder contarle la historia completa a Violeta sobre esa cicatriz, porque eso incluía explicarle al menos un par de cuestiones que podía revelar parte de sus sentimientos por ella.

Violeta de repente subió la vista y se encontró con los ojos de Chiara, teniéndola tan cerca por primera vez pudo sentir la respiración de la mayor chocar con su rostro y realmente sintió que podía perder la razón ahí mismo y cometer la primera locura que le dictaran sus impulsos. Nunca habían estado en esa situación, por lo que Chiara jamás pensó que su cuerpo reaccionaría así, al punto de no molestarle tenerla así de cerca, pero a la vez necesitar salir rápidamente corriendo de ese momento que amenazaba con exponerla. Pensó en empujarla, pensó en aferrarse a la nuca de la mayor y acercarla más a ella, pensó en gritarle que se alejara, pensó muchas cosas en un instante que fueron interrumpidas cuando fue Violeta quién se alejó de ella un poco incómoda.

PISTA 07 (KIVI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora