Faltaban unas horas para el anochecer.
—Aquí dice que las joyas y otras pertenencias de un mago se pueden encantar, hechizar o maldecir. ¿Creés que el anillo de mi padre sea una joya hechizada? —preguntó ella mientras leía algunas páginas de su grimorio.
—Es posible. Los demonios podemos sentir la energía de los objetos y tanto yo como Gaemi podemos sentir algo en ese anillo —la extraña hormiga con cuernos que casi siempre se posaba en su hombro asintió ligeramente y después chasqueó algunas veces—. Lo que es muy extraño es que haya llegado a ti solo porque derrocamos al rey. ¿En primer lugar, qué hacía él con el anillo de tu padre? —después de una marcada pausa y un suspiro de él, añadió—. Vayamos a preguntarle directamente. Estoy seguro de que algo nos dirá.
—Estoy segura de que él no hablará —ella cerró su grimorio.
—Yo tengo el presentimiento de que sí lo hará —sonrió con cara de inocente.
Cómo todas las veces fueron bien recibidos en el castillo, y el nuevo rey hacía notar que las cosas en el reino eran diferentes está vez; su calidez y preocupación verdadera por su reino eran señal inequívoca de que era la persona perfecta para el puesto. Se adentraron en el castillo e ingresaron una vez más a los calabozos que se encontraban en los pisos subterráneos más profundos que había en el castillo. Generalmente todos los que ingresaban en este lugar eran escoltados por una multitud de guardias reales, pero curiosamente tanto Jungkook como Jiwoo tenían carta abierta y una confianza ciega por parte de todos en el reino, así que no fueron interrumpidos por ningún tipo de compañía. Cuando ingresaron al área, pudieron escuchar los gritos y lamentos de aquel que en su tiempo era un tirano rey.
—¡AYUDA! ¡HAGAN QUE SE DETENGA! ¡NO LO SOPORTO!
Ella volvió a verlo con mirada inquisitiva. Él silbó un poco y fingió demencia.
—Jiwoo, Jiwoo, ayúdame por favor —decía el hombre arrastrándose por la celda hasta llegar a la entrada—. Te lo suplico —lloraba, y eran lágrimas reales.
—¿Hay algo que deba saber? —preguntó ella a Jungkook.
—Tal vez, y solo tal vez, vine un poquito a poner en él un maleficio —dijo el sonriendo de oreja a oreja. No era una sonrisa demoníaca, era lo más parecido a un niño cuando hace una pequeña diablura.
—Un maleficio… —ella replicó.
—Uno chiquito —señaló cerrando el pulgar y el índice para indicar el tamaño del maleficio.
—Puede que sea de utilidad. Gwangsu, necesito que me digas por qué tenías este anillo en tu poder.
—Te diré lo que quieras pero haz que se detenga —lloraba el hombre, el semblante despiadado y lleno de orgullo que alguna vez estuvo en su rostro se había ido. En lugar de eso quedaba solo un sucio rostro lleno de lágrimas frescas y arañazos, probablemente provocados por el mismo en medio de su propia desesperación.
—Bien, si me dices lo que necesito saber tal vez convenza a alguien para que te ayude.
—Suerte con eso —reprochó él.
—Necesito que confíe en mí —dijo ella entre dientes.
—Lo sé pero yo no te ayudaré a quitar la maldición —se cruzó de brazos.
—No tienes porque hacer la aclaración —gruñó ella.
—Ese alguien que mencionas soy yo. Es obvio. Pero yo no le voy a ayudar, no, no, no. Jamás. Tú método de interrogación es muy poco convincente. ¿Dónde quedó la tortura?
—Ya ha sido torturado todo este tiempo.
—Nosotros matamos a tu padre —interrumpió Gwangsu.
—¿Qué has dicho? —se ganó la atención de ella.
—El anillo era de tu padre. Lo robamos de sus cosas después de matarlo.
La mirada de ella ensombreció de repente.
—¿Quienes están involucrados? —preguntó ella está vez.
—Ellos… ellos… eran mis hombres en ese tiempo. Cada uno de nosotros tomó una de sus pertenencias. Sus dos anillos, su collar, la joya se su capa, su báculo, una daga y su hebilla. Cada una fue tomada por nosotros. Era… era la única manera de destruir… al demonio.
—¿Dónde puedo encontrarlos? —ella bajó la mirada sombríamente.
—Cada uno de nosotros tomó un cargo importante en cada uno de los reinos. Yo… yo pude volverme rey, al liderar la derrota del demonio de la caverna. Ellos están en los reinos aledaños a Neugdae, unos son consejeros reales, escoltas reales o generales. Las joyas que robamos de tu padre nos dieron mucho poder. Fuimos reconocidos de inmediato por nuestras hazañas gracias a esos objetos. Fue… fue…
—Así que ellos lo mataron. No creo que haya sido así de sencillo… Tu padre era más fuerte que todos estos bastardos.
—Él… él iba a convertirse en el legítimo rey de Neugdae… Su poder era inmenso. Lo tomamos por sorpresa cuando enfrentaba al demonio… Bajó la guardia y desactivó su protección mágica. Fue cuando nosotros lo ofrecimos como tributo para poder sellar al demonio. Un sacrificio mágico para otorgarnos la fuerza del sello.
—Eso lo explica todo. Aunque… no entiendo porque bajó la guardia frente a un demonio. Jiwoo, podemos buscarlos… uno a uno…
—Yo no tuve un padre gracias a ti, y a tus hombres. Le quitaron la vida a un hombre valiente. No aprendí magia y creí que no tenía un don que ustedes me robaron —levantó la mano frente a ella y Gwangsu levitó en el aire como sostenido por el cuello. Ella movió su mano hacia enfrente y el salió volando hacia el muro interno de la celda—. Te mataría con mis propias manos… pero volveré por tí después. Cuando sufras lo suficiente. Abrió la mano y el hombre cayó al suelo, lamentándose.
—Haz que se detenga. Ten piedad —el hombre volvió a suplicar.
Ella lo miró por última vez antes de girarse y dijo:
—Ustedes no tuvieron piedad con mi padre. No pidas algo que ni siquiera mereces —avanzó con rapidez y una seguridad llena de furia. Jungkook la siguió. Mientras avanzaban por el pasillo, escuchaban como los gritos del villano se hacían más y más ligeros.
—¡No dejen que me sigan devorando…
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La aprendiz de demonio (Jungkook Fanfic)
FanfictionEn un mundo donde la magia es parte de la vida de todos sus habitantes, Ju conoce por azares del destino a Jung, un demonio que es culpado de todo lo malo que ha pasado al reino en el que viven, pero algunas cosas no cuadran... Necesita escuchar la...