¡Hola! Aquí Pou, quiero hacer una pequeña intervención aquí uu
La cosa es que vengo a decirles que a partir de aquí habrá MUCHOS sucesos distintos, ya que estaremos leyendo la perspectiva de Emma, de Pelusa y de sus amigos y hasta que no se junten en un mismo lugar, será algo enredado.
Así que.... ¡Eso, quería advertir que esto será muy raro! Jaja, pero realmente tengo muchas ideas. No se preocupen, todo estará bien. ¡Los amo! Sigan leyendo.
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Emma esa noche terminó terriblemente agotada, pero había escrito todo lo que quería y necesitaba escribir, y suspiró pesado. Eran las 4:17 AM, el tiempo pasó volando y jamás supo de la hora ya que apagó su teléfono y desconectó el teléfono de la casa para que dejaran de sonar.
Se levantó, presenció todo en silencio, y vio un cuadro de la sala que amaba porque la técnica de pintura era especialmente delicada y detallada, aunque la mujer del cuadro aún tenía un rostro algo borroso, pero la amplia imaginación de la pelinegra le permitía imaginar a detalle a la joven.
Aunque esta vez no vio a la misma joven, vio a otra mujer en el cuadro. Era de cabello liso castaño oscuro, casi negro, largo, y de tez mate. Su rostro, especialmente iluminado, sus labios ligeramente rojos, ojos rasgados y una sonrisa leve algo tímida de asomarse.
Fue poco el tiempo que estuvo aquella chica en el cuadro, ya que Emma pestañeó confundida creyendo que alucinaba y el sueño realmente la estaba matando, y cuando abrió sus ojos de nuevo, era la misma jovencita blanca de siempre.
—Bah, que raro— dijo en voz baja y se fue a su habitación.
No se arrepentía de lo que había hecho, ya que haría que la captura de Pelusa se retrasara y finalmente pudieran defenderse.... Según Emma.
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Lautaro después de todo el revuelo de la explosión y lo que habían visto Pelusa e Israel, se tiró a dormir pesadamente y se acurrucó en su cama, tapándose hasta arriba y tomando una almohada para abrazarla.
Cerró sus ojos, aunque a los minutos los entreabrió de nuevo, y creyó ver a Israel... creyó verlo cerca, levantar las mantas de la cama y quitar la almohada para abrazar al condino. Creyó verlo tan cerca que podía sentir su olor a verano y a naranja.
—Isra...? — no tuvo respuesta, cerró los ojos de nuevo disfrutando del calor que le brindaba el cuerpo del puentealtino, ese calor que jamás podría ser igualado; el calor de amar.
Aún así, quería ver el rostro del contrario, y al abrir sus ojitos otra vez, se encontró a si mismo sentándose bruscamente en la cama y en completa soledad mientras veía como la noche empezaba a desvanecer por la ventana.
Se sintió realmente triste, el frío congeló sus huesos aún más de lo normal, suspiró con aflicción y se acomodó de nuevo para tratar de dormir lo que le quedaba y levantarse al rato.
—(Esto es horrible... Podría jurar que lo vi...) — se acostó boca abajo y se tapó completamente otra vez, aunque para relajarse empezó a amasar suavemente la almohada hasta caer dormido.
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El condino como es costumbre, estaba desayunando con los demás, y vio a Pelusa a su lado comiendo un delicioso panqueque.
—¿No te aburres de comer panqueques? — soltó unas risitas viendo a la contraria comer casi con desesperación.
—No, amo los panqueques. — respondió antes de comer otro trozo de su desayuno.
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𝙱𝚊𝚓𝚘 𝚕𝚊𝚜 𝚝𝚛𝚊𝚐𝚎𝚍𝚒𝚊𝚜
Художественная прозаPelusa, felina de ojos verdosos y pelaje carey entre el blanco y castaño oscuro junto a algo de amarillo. Con una vida que muchos gatos envidiarían, una dueña ejemplar y una ciudad estable. Aunque... La vida ha golpeado duro su puerta, y de un día p...