NADIA
Se escuchó el sonido de un disparo. Por fin me soltaron, caí al suelo. No sabía si fue por el disparo que me dio a mí o simplemente porque no me podía mantener de pie por el miedo y por ver lo que Nabil había hecho.
—¡Nadia, aléjate de él! —me gritó Nabil.
No podía responder. El sonido del disparo seguía resonando y resonando en mi cabeza. Lo último que escuché fueron unas sirenas, y todo se volvió negro.
NABIL
No tuve más opción. Él dispararía en la cabeza a Nadia, así que tuve que hacerlo. Le disparé en el hombro, lo que hizo que soltara la pistola y Nadia quedara libre. Pero cuando la soltó, ella no se mantuvo de pie y cayó al lado de él.
—¡Nadia, aléjate de él! —grité mientras corría hacia ella.
Cuando llegué a su lado, me di cuenta de que estaba inconsciente. Estaba pálida, más flaca, pero aún así, seguía con ese brillo en la cara. Subhanallah.
—Estarás bien, cariño —dije, dándole un beso en la cabeza.
La ambulancia y la policía llegaron. Se la llevaron en la ambulancia y a mi padre con la policía, ya que no estaba muerto, solo le había dado en el brazo para que soltara a Nadia y no le hiciera daño.
Fui con Nadia en la ambulancia y le sujeté la mano mientras llamaba a mi madre para explicarle lo que había pasado. Al llegar, la metieron en una habitación y, diez minutos después, mi madre ya estaba a mi lado. Estábamos esperando a que nos dejaran pasar a verla. Cuando vi al doctor salir, fui a preguntarle cómo estaba.
—Está estable, necesitará quedarse unas noches ya que ha perdido mucho peso y necesita recuperarse.
—¿Puedo pasar a verla?
—Sí, adelante.
Al entrar y verla conectada a miles de cables, sentí un pinchazo en el corazón. Todo seguía siendo mi culpa y eso nunca me lo perdonaría. Me senté al lado suyo y cogí su mano. Al verla abrir los ojos e intentar levantarse, la ayudé a volver a tumbarse, ya que necesitaba reposo.
—Ey, ey, tienes que descansar —dije
—¿Qué? —respondió ella, confundida.
—Que tienes que descansar.
—¿Quién eres?
Al escuchar esas palabras, solo pensé que era una broma tonta de las suyas.
—No hagas estas bromas, Nadia —le dije.
—¿Nadia? ¿Por qué estoy en el hospital? ¿Quién eres y qué haces aquí?
—Soy tu marido, ¿no te acuerdas?
—Sal de aquí, o llamo a seguridad —dijo gritando.
—Nadia, soy yo, Nabil.
—No te conozco y no sé qué haces en mi habitación. Fuera.
—¿Qué es lo último que recuerdas? —le pregunté para estar seguro.
—Estaba en una habitación oscura y un chico me empujó.
Al escuchar "chico", solo me vino una persona a la cabeza: Ilyas. Y la sangre que vi en la pared era de Nadia, del golpe que ese cabrón le dio.
—¿Chico de mi edad?
—Sí, ahora fuera y déjame.
Salí con el corazón destrozado. De verdad no se acordaba de mí. Al ver a mi madre, la abracé y comencé a llorar como un niño pequeño. Esto no estaba pasando. Ella no puede haberme olvidado. Fui a buscar al doctor para preguntarle qué pasaba.
—Tranquilo, solo se ha dado un golpe en la cabeza. Comenzará a recordar todo mañana ya que le hemos dado unos tranquilizantes.
NADIA
Después de que el chico raro se fuera, me quedé mirando al aire. Estuve así todo el día hasta que me quedé dormida. A la mañana siguiente, me desperté y comencé a recordar todo: el descampado, Nabil con un arma, el disparo. Comencé a llorar sin control. No podía con todo esto, no quería recordar. Ojalá todo fuese como hace unos meses.
Alguien me había escuchado porque la puerta se abrió de golpe.
—¿Nadia? —dijo esa voz que reconocería en cualquier parte.
—Sal de aquí, Nabil.
—Ya me recuerdas. Me habías asustado —dijo él con sus ojos verdes, esos ojos que antes me encantaban, pero que ahora se habían vuelto oscuros para mí desde aquella cena.
—Fuera, he dicho —dije gritando.
—Sé que ahora no estás bien, pero cuando salgamos hablaremos de todo, y te lo explicaré todo te lo...
—Todo ha sido por tu culpa. Déjame en paz, no te quiero volver a ver ni oír, no quiero saber nada de ti —dije antes de que pudiese decir algo más —. ¡Sal ya!
Vi en sus ojos la culpabilidad y cómo se comenzaban a llenar de lágrimas.
—¿Ahora vas a llorar? —dije riendo falsamente—. No sabes todo lo que he pasado ahí dentro. Desde la cena, todo ha cambiado, ¿sabes? Cuando me fui, ni pensaste en seguirme.
No, tenías que volver con ella mientras a mí me drogaban, tu propia familia. En ese momento supe que ya la habías elegido. La habías elegido a ella —dije con lágrimas en las mejillas.
La tensión comenzó a subir y vinieron los médicos.
—Señor, tiene que salir de aquí. Tenemos que hacerle unas pruebas.
Nabil me echó una última mirada y se fue.
NADIA
Estuve en el hospital unos cuantos días mientras buscaba un sitio para vivir. Encontré un apartamento perfecto para una persona, pero no podía pagarlo, necesitaría más tiempo. Estaba mirando unos hasta que la puerta se abrió. Era la madre de Nabil.
—Hola, cariño. ¿Cómo estás? —me dice ella.
—Bien, alhamdulilah. Ya me estoy recuperando —dije con una sonrisa.
Ella no era como su hijo, era la mejor persona que había conocido, que me había apoyado sin saber la verdad. Se sentó al lado mío.
—Sé lo que ha pasado entre tú y Nabil, y te entiendo, pero ¿ahora qué harás?
—No sé, todo es muy difícil. Mi familia dudo que me quiera de vuelta.
—Puedes venir a mi casa, tengo habitaciones de sobra —dice ella.
—No hace falta que te molestes, buscaré algún sitio.
—Todo aquí es muy caro, hija, y de verdad que no pasa nada. Y si te preocupa que le diga a Nabil, tranquila que no.
—Muchas gracias —dije dándole un abrazo en la cabeza.
—De nada, cariño.
Holi, se que ha habido muchos cambios de personajes pero quería intentar hacer como la perspectiva de los dos y eso, espero que lo hayáis entendido 💕
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Fiha kher
RomanceNadia, de dieciocho años, es obligada a casarse con Nabil, un mafioso rodeado de secretos. Atrapada en una red de intrigas y deudas, debe enfrentarse a figuras del oscuro pasado de Nabil. ¿Podrá encontrar el valor para decidir su propio destino? ...