Capitulo 25

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El corazón me comenzó a latir a mil cuando vi el nombre de Nabil en la pantalla de mi teléfono. Dudé en contestar, pero finalmente decidí coger la llamada. Sentía una mezcla de miedo y ansiedad, como si algo inminente y doloroso estuviera por suceder.

—¿Desde cuándo lo sabes? —preguntó, su tono seco y distante.

—Hola, yo estoy bien, gracias por preguntar —dije irónicamente, intentando ocultar mi nerviosismo tras una máscara de sarcasmo.

—Eres tú la que me ha soltado eso por un mensaje de chat, no sé qué quieres que diga.

Me quedé callada, sin saber qué contestar, como que eso? Y si no quería a nuestro hijo, solo con pensarlo se me pusieron los ojos llorosos. Las palabras se amontonaban en mi mente, pero ninguna parecía adecuada.

—¿Dónde estás? Voy a verte ahora.— Dijo finalmente al ver que yo no decía nada .

—No hace falta, estoy bien.

—Respóndeme, ¿dónde estás?

—No quiero verte. Adiós.

Colgué antes de que pudiera responder, sintiendo que mi corazón se rompía un poco más con cada palabra. No quería que Nabil se viera envuelto en mis problemas. Si algo le sucediera por mi culpa, nunca me lo perdonaría.

Media hora más tarde, alguien tocó la puerta de abajo. Miré por las escaleras y vi a Yasmín abrir la puerta. Su voz sonaba nerviosa y temblorosa.

—No, no está aquí —dijo Yasmín.

—Mamá, deja de mentir. La quiero ver.

Mi corazón latía aún más rápido. Comencé a caminar rápido hacia mi habitación, pero antes de que pudiera cerrarla, un pie bloqueó la puerta.

—¿Por qué me evitas? —dijo Nabil, entrando en la habitación y cerrándola tras de sí.

—Yo no te evito.

—Me dejaste sin poder darte explicaciones y vienes a la casa de mi madre a esconderte. Eso sí que es evitar. —Dijo acercandose cada vez más Ami

—Perdóname —dije irónicamente, aunque mi voz temblaba.

—No sé dónde quieres que vaya. La única familia que tuve me la has quitado. No tengo dónde ir ni el dinero suficiente para pagarme una casa.

—Podías haber venido conmigo —dijo, su voz seria y cargada de reproche.

—Sabes que no.

—Sí podías, pero eres tan cabezota que no quisiste hablar las cosas y preferiste alejarte.

—No sabes lo que has hecho, Nabil. No te puedo ver, así que por favor, vete ya.

—¿A qué te refieres con que no me puedes ver Nadia?

—Nada. Aquí se acaba todo. Cuando nazca el bebé, lo podemos cuidar entre los dos si quieres, pero separados. No quiero estar contigo. Ya estoy cansada de tanta película.

Cada palabra que salía de mi boca, era un pedazo de mi corazón que se rompía, pero era lo mejor, era por su bien.

—Mientes.

—¿En qué?

—En todo. Algo te pasa. No eres así.

—Soy así, una cosa es que no me conocieras tan bien como dices. Y la gente cambia sabes?

—Estuve sola en un sótano con un niño en mi. Podía haber muerto yo o, peor, mi hijo ahí dentro, Nabil, y yo sin siquiera saberlo —dije, mientras una lágrima caía por mi mejilla.

—También es mi hijo, y no solo es eso. Sé que te pasa algo, así que no cambies de tema.

—No estoy cambiando de tema. Estoy diciendo todo lo que me he estado aguantando y todo lo que juré decirte si conseguía salir de ahí viva.

—¿Te crees que yo no he hecho nada para encontrarte?

—No se trata de lo qu  hayas echo, se trata de por qué acabe ahí, y de cómo  me he sentido después de esa cena, Nabil. En vez de seguirme y hablar conmigo, decidiste quedarte con ella. Ahí supe que solo era un juego para ti, ya que no me dijiste nada de que aún estabais casados, ni de que trabajaba contigo, ni de que estaría en la cena. Me humillaste delante de todos, Nabil. No esperes que eso se perdone rápido, así que deja de querer girar las cosas porque el único que tiene la culpa de que yo acabase en ese sótano eres tú.— Me quedé sin aliento, no quería decirle eso, pero se tenia que alejar de mi y esta era ls unica manera.

Se quedó callado, observándome, sus ojos oscuros llenos de dolor y confusión.

—¿Qué? ¿No vas a decir nada?

—Le pedí el divorcio hace un año, pero ella no quiso aceptar y se fue a Londres. Hace unas semanas ha vuelto y se ha metido en la empresa. Yo no podía hacer nada.

—Me lo podías haber dicho.

—¡Joder, Nadia! No es tan fácil. He intentado arreglar toda mi vida por ti. Quiero ser mejor hombre para ti y para nuestro hijo. Desde el día que desapareciste, sentía que no podía respirar si no estabas a mi lado. No podía dormir si no te sentía conmigo. Cada vez que miraba algo tuyo, la culpa me mataba.

—No es fácil si sigues sintiendo algo por ella. Pero si no, ya te digo yo que sí es fácil.

—De todo lo que te acabo de decir, te has quedado solo con eso? Enserio ?

—Ya no sé ni qué pensar. Ya te he dicho lo que pienso, y no quiero seguir con esto. Solo nos hacemos daño entre nosotros y yo no quiero eso para mi hijo —dije, mientras las lágrimas caían por mis mejillas. No podía aguantar así. No era como tenían que acabar las cosas. Yo quería estar con él, con mi hijo, ser una familia.

—¿De verdad quieres que esto acabe así? —dijo él, con un tono dolido que atravesaba mi corazón como un cuchillo.

No podía hablar. Tenía un nudo en la garganta. Yo quería arreglar las cosas con él, pero era mejor así. Si le llegara a pasar algo, no me lo perdonaría jamás.

—Mírame y dime que se acabó —dijo, levantándome la barbilla para que lo mirara a los ojos.

Me quedé mirándolo, su mirada transmitia esperanza, y estuve a punto de decirle que no, que no se acabó, que yo quería estar con el.

Pero lo que solté, ya no tenía arreglo.

—Se acabó, Nabil. Créeme, es lo mejor para todos.

Me soltó bruscamente y comenzó a alejarse, negando con la cabeza.

Al separar su tacto de mi piel, mi mano se tornó fría y no paraba de temblar.

—Será mejor para ti —dijo, saliendo y pegando un portazo.

Al verlo salir, mi cabeza comenzó a pesar. El nudo en mi garganta se hacía cada vez más grande, dificultándome respirar y mantenerme de pie. Me derrumbé sobre la cama, abrazando mi vientre. Todo se sentía tan vacío, tan doloroso. No podía con todo esto. Quería gritar, llorar, pero solo podía sentirme completamente rota.




Intentaré subir tdos los capítulos que me quedan entre hoy y mañana, ya que me voy de vacaciones y no podré 💕

Fiha kherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora