Cannibal (+18)

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Advertencias: contenido sexual explícito +18
Se viene 🗣️

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Su sexualidad no era un problema, tuvo a una mujer antes, cuando todavía buscaba las cosas banales que otros hombres tenían, pero fue fugaz, apenas recordaba cómo la mujer rebotaba sobre él con gemidos tan altos que quiso arrancarle la lengua. Solo fue eso, meter y golpear un par de veces antes de salir derramarse en sus muslos. Después de ello no sintió la necesidad, ni placer en violar mujeres.

Pero Hina era gloriosa, como un pajarito fácil de enjaular bajo su cuerpo. Tomarla fue una de las primeras cosas que pensó hacerle, hacerla llorar y gritar, para luego ir tan lento que le pidiera más.

Verla con ese camisón blanco al dormir tan pacífica a su lado lo dejó en más de una ocasión con una erección dolorosa y palpitante.

Se la imaginó agachándose para recibirlo en su boca, como había escuchado que algunas prostitutas hacían para ser codiciadas, pero no, ella era una santa, una mujer inocente, tal vez solo abriría las piernas y mostraría sus pliegues hinchados y brillosos para él, esperando darle gusto.

Tuvo que morder el interior de su mejilla para no decir algo desagradable cuando los pechos de la muchacha se pegaron a su espalda.

La piel pálida había tomado un ligero bronceado, sus ojos brillaban con alegría inocente, casi infantil. Hina era casi otra persona, no tenía esa expresión sofocada en su cara, no tropezaba con las palabras cuando hablaba libremente con Sukuna, y ya no fingía.

La máscara de una divinidad cayó en el momento que la sangre del jefe de la aldea manchó su cara. Fue un bautizo.

—Pronto empezará a nevar, las personas de la aldea se preparaban para un largo invierno —comentó la chica al ver un par de flores secas, si bien había sol, poco a poco el otoño se iría. Movió sus pies lentamente, pues Sukuna la llevaba en su espalda—. Lamento haberme lastimado, ahora tienes que llevarme.

—Cállate —respondió serio. Su mirada daba miedo, pero la joven enredó sus brazos en su cuello en un gesto cariñoso. Constantemente tenía que tocarla bruscamente para saber que era verdad. “Hay una maldición cerca” pensó el mayor al sentir una presencia, no era poderosa y lo comprobó cuando logró ver un santuario de apenas dos habitaciones abandonado.

—Hay algo ahí —Hina señaló el techo de tejas viejas—. Nunca había visto un espíritu moribundo.

Sukuna sonrió antes de bajarla con cuidado—. Es porque las maldiciones se alimentan de la energía maldita de las personas, ellas le dan forma con sus miedos, pero no hay gente cerca, está esquelética por eso —la de ojos verdes escuchó atentamente mientras el mayor puso sus dedos al frente y solo bastó un disparo de energía maldita para hacer explotar a la criatura—. Cómo siempre, no son la gran cosa.

𝙏𝙤 𝙨𝙬𝙚𝙚𝙩 [𝙎𝙪𝙠𝙪𝙣𝙖 𝙭 𝙊𝘾]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora