Contexto:
Juliette Blackwood sufre una pérdida durante la guerra mientras se refugia en Hogwarts con los demás estudiantes....
Decir que la guerra me ha arrebatado toda mi estabilidad es poco, el último año de lo que se supone sería mi mejor año en Hogwarts se convirtió en una pesadilla.
Estar en el castillo por el momento me hace sentir a salvo, aunque todo el tiempo estoy pensando en mi madre, esperando con ansias sus cartas en el desayuno para enterarme de que sigue bien... que sigue con vida.
Uno podría pensar que después de todo lo ocurrido en la guerra la escuela se quedaría desolada, pero la mayoría de los alumnos se encuentran aquí, a acepción del trío de oro. Dios mío Harry Potter en este momento no sé si te odio.
Siento un beso de unos labios fríos en la mejilla, me giro para ver al rubio sentarse junto a mi.
- Buenos días- sonrío levemente al escuchar su voz mañanera.
- Buenos días, ¿cómo estuvo la caminata? Tienes los labios y la nariz congelada- miro su nariz enrojecida.
- Hace frío, pero nada fuera de lo común- besa mi frente por último antes de empezar a desayunar - ¿Dormiste bien?
- Si, al fin no tuve pesadillas, creo que deberíamos de empezar a dormir juntos más seguido, aunque prefiero despertar y encontrarte en la cama- murmuro.
- Intenté no despertarte en la mañana, pensé que lo agradecerías- sonríe burlón, río un poco - Pero puede ser que algunos días a la semana me quede un rato más para estar juntos por la mañana- asiento.
- Eso estaría bien- siento su mano acariciar mi muslo suavemente mientras sonríe de manera coqueta - Draco, compórtate- el rubio ríe.
Al terminar el desayuno nos separamos para tomar nuestras clases y al finalizar el día abro las cartas en el dormitorio de Draco, leyendo los párrafos de mi madre diciendo que todos están seguros en casa.
Suelto un suspiro que no sabía que contenía al leer, sin duda dormiré tranquila esta noche.
- ¿Qué tal esas cartas?- pregunta Draco mientras se mete entre las sábanas junto a mi.
- Muy bien, justo lo que esperaba- sonrío, sonríe y pellizca mi mejilla antes de girarse y tomar un libro para leerlo antes de dormir, yo me acurruco a su lado y cierro los ojos.
Escucho a Draco apagar su lámpara y mover las sábanas, espero que me abrace y lo hace, apretándome un poco a su cuerpo, siento su respiración suave pegando en mi cuello.
- Te amo- murmura, sonrío.
- Yo tamb...- me quedo muda al sentir una de sus manos viajar por debajo de mi blusa y tocar uno de mis pechos de la manera menos inocente esperada.
- Yo también te amo- termino mi frase.Sigue toqueteando mis pechos y jugando con mis pezones mientras besa mi cuello.
Intencionalmente me aprieto hacia él esperando más contacto, mete sus manos bajo mis bragas sin pensarlo más y mete dos de sus dedos en mi.
- Amor...- suspiro, abro los ojos de golpe.
- Hay que aprovechar los días buenos, cariño, no siempre vamos a poder dormir juntos- murmura, cierro los ojos disfrutando.
A la mañana siguiente despierto con Draco a un lado, acaricio su cabello con cuidado para no despertarlo.
Después de unos minutos abre los ojos lentamente, al mirarme se acerca más a mi y se esconde en mi pecho cerrando los ojos de nuevo.