Reconciliaciónes que se vuelven traiciones

171 10 1
                                    

NARRA KEVIN
El regreso de la cancha al hogar estuvo cargado de una tensión apenas perceptible para Sara, quien se mantenía sonriente y distraída con Nick. Ambos reían bajo el paraguas, refugiándose de la fina lluvia que comenzaba a caer. Pero yo, que llevaba años lidiando con los dramas de mi familia, sabía que algo inevitablemente estaba por explotar.
Al estacionar frente a la casa, me detuve al notar una figura conocida en la entrada. Joe. Allí estaba, bajo el techo, empapado a pesar del refugio parcial que le ofrecía el alero. Sus manos estaban metidas en los bolsillos de su chaqueta, su rostro sombrío. Bajé del auto rápidamente, dejando a Nick y Sara atrás.
—¿Qué haces aquí, Joe? —le pregunté al acercarme—. Te vas a mojar todo con esta lluvia.
—Vine a verla —respondió, su mirada fija en el auto donde Nick y Sara descendían, aún sonriendo como si fueran la única pareja feliz en el mundo. Joe tensó los hombros, su rostro endureciéndose. Entonces añadió, con una voz amarga—: Pero parece que ya todo está resuelto entre ellos.
Lo miré con pena y una pizca de exasperación. Coloqué una mano en su hombro para reconfortarlo.
—Lo siento, Joe, pero ellos parecen... amarse. —Mis palabras fueron elegidas cuidadosamente, aunque sabía que no aliviarían el golpe.
Abrí la puerta y entramos. Apenas Nick y Sara notaron a Joe, su sonrisa desapareció.
—¿Joe? ¿Qué haces aquí? —preguntó Sara, su tono lleno de desconcierto.
—Nada importante —respondió Joe, su voz firme y seca—. Solo tengo que hablar con mis hermanos.
Sara dudó un momento, pero Danielle llegó justo a tiempo, colocando una mano en su hombro.
—Nosotras vamos a tomar un té. Los dejamos hablar tranquilos —dijo Danielle con suavidad, guiando a Sara hacia la sala.
Suspiré, sabiendo que esta charla no iba a terminar bien. Llamé a Nick y Joe a mi oficina, un pequeño espacio que uso como despacho en casa. Una vez dentro, cerré la puerta.
—¿Qué pasa, Joe? ¿Qué quieres ahora? —preguntó Nick, su tono lleno de impaciencia y molestia.
Joe lo miró con una expresión fría y sarcástica.
—¿Le contaste todo? —preguntó de forma abrupta.
Nick frunció el ceño, visiblemente confundido.
—¿De qué estás hablando? ¿Qué cosa?
Joe soltó una risa amarga, dando un paso hacia él.
—La apuesta, Nick. ¿Le contaste a Sara que todo comenzó como una estúpida apuesta? Que en ese concierto, cuando la conociste, lo hiciste solo porque apostaste conmigo que podrías conquistarla. ¿Le dijiste también que estuviste con Priyanka mientras estaban juntos? ¿O sigues mintiéndole? —Joe habló con una furia contenida, pero sus palabras eran como cuchillos.
—¡Cierra la maldita boca, Joe! —gritó Nick, dando un paso hacia él, visiblemente furioso—. No puedes aceptar que ella está conmigo, ¿verdad? ¿Que me eligió a mí y no a ti? Deja de intentar arruinar esto. Sara nunca te quiso.
Antes de que pudiera intervenir, escuché un sonido suave detrás de la puerta. Al girar, la vi. Sara. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, sus manos temblaban al sujetar el marco de la puerta.
—¡Sara! —exclamé, pero ella no esperó. Dio media vuelta y salió corriendo.
Nick y Joe se quedaron congelados por un instante, y luego intentaron seguirla, pero los detuve.
—¡Son unos idiotas! —grité, furioso—. ¿Se dan cuenta del daño que le están haciendo? ¡Dejen de comportarse como niños y piensen en ella, por una vez!
NARRA SARA
Corrí sin mirar atrás, sin escuchar los gritos de Nick llamándome. Todo fue una mentira. Una apuesta. Mi corazón latía con fuerza, no por el esfuerzo físico, sino por la mezcla de rabia y dolor que me consumía. Llegué a casa casi sin aliento, cerré la puerta y apoyé mi espalda contra ella.
"¿Por qué?" La pregunta resonaba en mi mente una y otra vez mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas. ¿Por qué me habían hecho esto? ¿Por qué jugaron con mis sentimientos como si no valieran nada?
Intenté distraerme. Encendí el horno para preparar algo, pero no lograba enfocar mi mente. Puse música, pero las canciones tristes solo empeoraban el dolor. Mientras buscaba una película, escuché golpes en la puerta.
—¡Ya va! —grité, secándome las lágrimas.
Abrí la puerta y lo vi. Joe. Estaba completamente empapado, su expresión reflejaba un profundo arrepentimiento.
—¿Qué haces aquí, Joseph? —pregunté con frialdad, intentando cerrar la puerta, pero él la detuvo.
—Por favor, corazón... Déjame explicarte —dijo, su tono suplicante.
—No me llames corazón —respondí con dureza, las lágrimas acumulándose nuevamente—. No después de lo que hiciste.
—Lo sé. Fui un idiota. Me arrepiento de todo, Sara. Por favor, créeme... —intentó acercarse, pero retrocedí.
—No me toques, Joseph. —Estaba por continuar cuando detrás de él vi a Nick y Kevin. Mi rabia volvió a encenderse—. ¿Qué pasa? ¿No bastaba con tu presencia? ¿Tenías que traer a los otros traidores también?
Nick intentó hablar, pero lo detuve alzando la voz:
—¡Déjenme hablar a mí!
Ellos se callaron, asintiendo con una mezcla de vergüenza y arrepentimiento.
—¿Qué creen que soy? —pregunté, las lágrimas cayendo sin control—. ¿Un juguete? ¿Alguien con quien pueden jugar y después desechar?
Miré a Nick directamente.
—Estoy esperando un hijo tuyo. ¿Y aún así fuiste capaz de mentirme?
Volteé hacia Kevin.
—Te veía como a un hermano. ¿Cómo pudiste ocultarme esto?
Finalmente, miré a Joe.
—Tú me hiciste creer que de verdad te importaba, pero solo eras parte de esta competencia absurda.
Respiré hondo, intentando calmarme.
—Los odio. A los tres. Y no quiero verlos. No ahora. Quizás algún día los perdone, pero hoy no. —Cerré la puerta de golpe y me apoyé contra ella, deslizándome hasta el suelo.
"¿Por qué duele tanto?" pensé, abrazándome las rodillas mientras el llanto me consumía. Sabía que debía irme. No podía quedarme más tiempo cerca de ellos. Necesitaba escapar.

El dia que enamore a mi idoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora