Capitulo treinta y cuatro.

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Después de asegurarme de que no me iba a caer si intentaba caminar, decidí bajar.

Comí lo suficiente para que no me de un mareo trifásico y salí de la cabaña.
Con una intención clara.

Ir a la Psicóloga.

Porque… quedé en ir una vez cada dos semanas, así, poder tener mi vida equilibrada, aunque después de todo, hoy soy yo la que le va a hacer preguntas.

† † †

-Hola Katherine, cariño. ¿Cómo te a ido? — me dice mientras toma asiento.

-Fatal — suelto de una sola vez.

-¿Porqué?

-Creo que usted ya lo sabe — la reto con la mirada — A no ser que las hadas existan.

-Oh ya veo. — me dice pensativa mientras saca unos papeles y un sobre — esto es para tí.

Tomo los papeles y leo por ensima.

"Si estás leyendo esto es porque Sam está cumpliendo su palabra y se a vuelto tu Psicóloga, cariño yo y tu padre te hemos ocultado tantas cosas y se que ahora, que tú loba a despertado y tú lado oscuro también, tienes muchas preguntas y lamentablemente no puedo darte las respuestas.
No se si aún esté contigo, ya que mi trato dura solo 15 años, no se si me a dejado verte en tus 15 primaveras.
Pero ten por seguro que Samantha puede responder todas tus dudas, confía en ella, ella será tu mentora"

Dejo la primera hoja en la mesa y me limpio las lágrimas, miro hacia abajo y me encuentro con que mi collar está perdiendo brillo, lamentablemente se que en parte, ya no podré hablar con mi madre.

Y que lamentablemente, el mismo dolor que sufrí cuando apenas era una niña de 5 años, a vuelto.

Tomo el sobre, saltandome las cinco hojas que no e leído.

-Kat, deberías seguir los pasos y leer toda la información — susurra mi psicóloga pero la ignoro y abro el sobre.

Me encuentro con un pequeño espejo, una carta, otra hoja de papel pero está parece ser arrancada de un cuaderno y finalmente... Unas fotos.

Me tomó mi tiempo, sabiendo que mi consulta con la psicóloga solo es de una hora. Pero es que ya no es una psicóloga y su paciente, ahora se a transformado en una bestia y su mentora.

Procedo a leer la carta:

Quería hija, si estás leyendo esto es porque Lucia y Mauricio an cumplido con su palabra y me arrebataron de tu lado, pero no debes preocuparte, ahora corre a tu casa, entra al ático y revisa bajo las maderas de tu cama, allí te vas a encontrar con una caja.
Por favor cuídate.
Te amo Katherine.

Con amor, tu padre.

Respiro profundo varias veces hasta encontrarme con la poca calma que e perdido, me sorbo la naríz y me limpio las lágrimas de los ojos.

Intentando, armarme de valor para seguir rebuscando.
Porque nesesito la verdad.

Necesito vengarme de todos los que me an hecho daño.

Miro la hoja de papel y está solo tiene un dibujo, que no recuerdo muy bien pero por la manera en que está dibujado, se perfectamente que lo e hecho yo.
En algún punto de mi vida que no recuerdo con exactitud.

En el dibujo mi mamá y yo estamos tomadas de la mano, ella tiene los ojos azules y por alguna razón le puse un punto rojo en ellos, mi papá también tiene los ojos azules y tiene motas marrones dibujadas.
Y finalmente yo...
Tengo los ojos azules con una especie de motas ¿Moradas? Dibujadas en los ojos.

Miro a mi psicóloga en busca de respuestas pero está solo ladea la cabeza y me señala las fotos.
Solo con eso logro perder la calma y tomar las fotos como si mi vida dependiera de eso.

Tomo las fotos y empiezo a detallarlas.

En una estoy yo frente al espejo, vestida con mi traje de ballet y mi madre me está haciendo el peinado, creo que recuerdo el día en qué me tomé esta foto.

Ese día iba a ir a mi primera presentación, representando a un cisne.

Pero hay algo que me llama la atención, un brillo extraño en la mirada de mi madre.
Pero por más que intento detallarlo, no puedo.

Luego paso a la siguiente foto: en esta todos estamos sentando, parece ser un día de navidad, papá tiene en su plato, su comida favorita, que siempre a sido arroz chino, mamá tiene un baso de jugo en la mano y un plato de fresas cubiertas de chocolate, finalmente estoy yo, con la cara embarrada de pastel.
Y es allí, que me doy cuenta de las dos niñas que hay atrás de mi.

Una es de piel pálida, ojos azules y pelo blanco.
La segunda tiene el cabello color negro azabache, los ojos negros con unos toques rojos y su piel parece muertesina.

Y me doy cuenta de mis errores al no poder recordar todo con exactitud.

Esas niñas son mis mejores amigas, con ellas solía jugar en los días que Amelia no estaba. Esas niñas son Zafiro y Aracelis.

Mi lado Lycan y mi lado Vampírico.

En medio del caos⅓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora