Capitulo treinta y cinco.

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Narra Joseph.
[Un mes después]

Ya había pasado un mes, un mes sin ver a Katherine y sin saber nada de ella, y a cabo de eso mi pregunta aún sigue en pie ¿Acaso ella me estará odiando justo ahora?

Y justo por eso me encuentro aquí, en el centro de New York para comprarle algunos regalos.
Así que intentando no parecer Marika comprando ropa....

Todo sea por una buena causa.

Entro a una tienda que me llama un poco la atención y miro a todos lados, hay una sección de ropa, cazado, juguetes y joyería, creo que no tendré que caminar tanto.

Saludo al vendedor y me voy a la última parte de la tienda, la de joyas.

Miro cada una y decido comprarle varias, tal vez así se distraiga con la impresión y se le olvide el hecho que me matará por no decirle lo que soy.

Miro cada una y decido comprarle varias, tal vez así se distraiga con la impresión y se le olvide el hecho que me matará por no decirle lo que soy

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Luego de eso me voy a la seción de ropa y así dure más o menos una o dos horas, recibiendo miradas curiosas de chicas y burlonas de los chicos que probablemente piensan que soy gay.

Y como dije antes...
Todo sea por una buena causa.

★ ★ ★

Una vez en el avión vuelvo a hacer el mismo procedimiento de antes.
Sierro la cortina, me pongo mis audífonos y música, me olvido del mundo.

Porque es fácil, olvidarse del mundo con una buena música, es fácil.
Lo difícil es despegarse del mundo de fantasía que creamos con ella.

Así que mientras sonaba la canción de Sebastián Yatra, no hay nadie más, solo me pude dedicar a pensar en ella.

En lo mucho que me gustaría dedicarle esta música de frente, decirle que mi amor por ella no viene del lazo que me une como su Rey.

★ ★ ★

Bajo del auto y camino a la cabaña a paso lento, por la hora, deberían estar en una fiesta y yo no tengo ánimos de estar con ellos, solo quiero saber de Katherine.

Y aunque luego me vaya a arrepentir...

-Alo - digo una vez me contestas la llamada.

-¿Ahora que quieres? - me responde mi amoroso padre del otro lado de la línea.

-¿Katherine está en casa?

-¿Porqué preguntas eso?

-¿No puedo?

-Si, está en casa. Pero dudo mucho que quiera verte.

-¿Por?

-Emmm.... Será mejor que tú mismo la veas cuando llegué, y cuando digo eso, hablo de que me llames para acompañarte ya que soy yo quien tiene la llave de su habitación.

-¿Qué? ¿Porqué tú tienes sus llaves? - solo hay silencio - ¿Marcus? ¿Pa'?

Gruñó molesto y apago el teléfono, el maldito me cortó la llamada.

¿A qué se habrá referido con que no quiere verme?
¿Acaso Katherine abra empezado un berrinche por todo este asunto?

Uno se pierde un mes y mira lo que pasa.

★ ★ ★

Una vez dejo las maletas encima de mi cama, no dudo más y voy al despacho de Marcus.

Tocó la puerta repetidas veces, intentando no mostrar lo nervioso que estoy. Hasta que finalmente abre la puerta y con su mirada asesina empieza a caminar fuera.
Y yo lo sigo.

Subimos las escaleras y al llegar al cuarto de Katherine, me tomo un momento para saber si sería bueno verla.

Su respiración se escucha entrecortada y sus latidos están muy lentos, demasiado para una humana como ella, o en este caso, demasiado para una híbrida.

Sin embargo hay un olor dulce en el ambiente, que honestamente conozco muy bien por más veces que me e drogado con el.

Sangre de hadas.

O como nosotros le decidimos, licor de hadas.
Miro a mi padre por reflejo, este me estaba mirando detalladamente, imagino que para tener mi aprobación, entonces le doy un asentimos, mostrando que ya estaba listo para entrar y el, introduce las llaves en el cerrojo.

Escucho como Katherine empieza a moverse y también escucho sonidos de un metal, igualmente se que su respiración está mas agitada ahora y su corazón le late como si estuviera en peligro.

Todo esto es suficiente para asustarme.
Miro nuevamente a mi padre, que está recostado en el lumbrar de la puerta, mirando el interior de la habitación, yo sin embargo, todavía no soy capaz de mirar.

-Adelante, no te va a hacer nada - dice lejos de un intento de alivio.

Asiento nervioso. Si ahorita estuviera vivo, seguramente tendría el corazón a millón y las manos sudorosas.

Entro a la habitación con ka cabeza baja, al levantarla me mentalizo que el último lugar que debo mirar es a dónde está Katherine.
Así que empiezo mirando todo el alrededor, notando las marcas de garras en las paredes, algunas cosas rotas, ropa en el suelo.
Yo no recuerdo que Katherine sea así.

Finalmente miro la cama, encontrándome con algo que estoy seguro, se volverá mi tormento.

Katherine está atada y amordazada en el cama, con cadenas que le impiden moverse, la piel alrededor de esas cadenas está roja así que imagino, son de plata. Pero hay algo diferente en ella, y aunque todavía no se que es... No me la voy a pensar dos veces.

Con mi velocidad vampírica corro por todo el cuarto, serrando la puerta para que Marcus no vea lo que voy a hacer y me siento en el costado de la cama de Katherine.

-¿Estás bien? - le pregunto mientras le rompo la mordaza.

Pero con lo último que me esperaba encontrar era con lo que estoy viendo.

Colmillos.

En medio del caos⅓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora