En busca de respuestas

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"En el umbral entre el amor y la traición, Jezebel se encontraba como Prometeo encadenado, desafiando los límites de su propia redención."

Londres, Presente

Después de aquella conversación con la extraña mujer, Joans se quedó de pie frente a la puerta por unos momentos, tomando una profunda respiración antes de tocar el timbre. La puerta se abrió, y allí estaba ella, de pie en el umbral, mirándolo con una mezcla de enojo y confusión.

-Joans,- dijo Jezebel, su voz suave pero cargada de emociones.

Joans levantó el ramo de flores, ofreciéndoselo con una expresión de arrepentimiento en su rostro. -Jezebel, lo siento. Necesito hablar contigo. Hay tantas cosas que no entiendo, pero lo más importante es que quiero disculparme.

Jezebel miró las flores y luego a Joans, su confusión aumentaba. No entendía por qué él había traído flores ni por qué tenía que seguir amando a Joans después de todo. Sin embargo, algo en su mirada la hizo dejarlo pasar.

-Está bien, pasa,- dijo Jezebel, dando un paso atrás para permitirle la entrada.

Joans entró, notando la tensión en el aire. Jezebel lo condujo a la sala de estar, donde ambos se sentaron en el sofá.

-¿Cómo estás?- preguntó Jezebel, su tono un poco más suave pero aún lleno de confusión.

Joans suspiró, pasando una mano por su cabello. -Eso es parte del problema, Jezebel. No estoy seguro de cómo estoy. Desperté esta mañana y no recordaba nada. Ni donde me encontraba, ni quien eras tu. Todo estaba borroso. Hasta que vi una foto tuya.

Jezebel frunció el ceño, tratando de entender lo que estaba diciendo. -¿Una foto mía? ¿Cómo es posible que no recuerdes nada?

-No lo sé,- respondió Joans, su voz cargada de desesperación. -Solo sé que, al ver tu foto, algo empezó a volver. Pero aún hay tantas lagunas, tantos vacíos en mi memoria. No se que esta pasando....

Jezebel, aún más confundida, intentó comprender la situación. Ayer Joans estaba completamente bien. ¿Cómo era posible que olvidara todo de un jalón? Continuó observando a Joans y notó lo ansioso que se veía.

-Joans, ¿tomaste algo ayer? ¿Algún medicamento o algo?- preguntó, su voz llena de preocupación.

Joans la miró, tratando de recordar. -No... no lo sé. Alguien... alguien me dio una pastilla. Hanna, creo. Dijo que me ayudaría con el dolor de cabeza.

Jezebel se quedó en silencio, procesando la información. -¿Una pastilla? ¿Estás seguro de eso?

-Sí,- respondió Joans, su voz temblando ligeramente. -Pero no recuerdo qué era. Solo sé que después de eso, todo se volvió confuso.

Jezebel sintió un escalofrío recorrer su espalda. Algo no estaba bien. -Joans, tenemos que descubrir qué está pasando. No es normal que olvides todo de un día para otro. Necesitamos saber que contenia esa pastilla...

Joans asintió, su expresión reflejando una mezcla de miedo y esperanza. -Sí, tienes razón. Pero no creo que Hanna sea capaz de algo asi...aunque en la mañana la note un poco rara

Joans intentó recordar más cosas de ayer, pero su teléfono vibró. Miró la pantalla y vio que era su madre. De repente, recordó que se había escapado. Jezebel, notando quién era, también se tensó, ya que sabía que a la madre de Joans no le agradaba. Joans, aún sin saber si contestar o no, decidió que no se sentía lo suficientemente tranquilo para hablar con su madre y lidiar con sus preguntas. Apagó el celular, pero sabía que eventualmente tendría que volver a casa. Miró a Jezebel y, por primera vez en mucho tiempo, se percató de lo bonita que era. Jezebel, por su parte, se puso nerviosa al notar que Joans la estaba mirando de esa manera.

Ecos de un Amor PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora