capitulo 1 : elizabeth

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Mi mente fragmentada, sangrienta y paralizada ha borrado todo recuerdo de mi vida, incluso mi suspiro, porque todo es un olvido. Cada historia de amor debe empezar cuando conoces a tu gran y último amor, pero en el caso de mi esposa Elizabeth, el recuerdo es algo confuso, aunque estoy seguro de que fue en la universidad. Yo estudiaba psicología mientras que ella estaba en la facultad de salud, estudiando enfermería. Era una de las estudiantes más inteligentes y lindas que había visto en toda mi vida. La primera vez que recuerdo fue cuando estaba sentado solo en una banca de la universidad. La mayoría del tiempo estaba escribiendo ideas, estudiando o me sentaba a ver la naturaleza. La mayoría de mis compañeros eran demasiado complicados de entender; eran o muy inmaduros o muy maduros para mí.

Esa vez me senté solo, como siempre, terminando de escribir mis anotaciones cuando la vi. Ella era deslumbrante. Vestía con una camisa blanca con tonalidades celestes y una de esas frases de Charles Bukowski, aunque estaba en italiano. Recuerdo que decía: "Mi piacciono le persone riservarte perché se smettono di esserlo con te significa che ti hanno scelto." Cuando vi la camisa pensé: <<¿Le gustará la poesía de Bukowski? ¡Espera! ¿Le gusta la poesía? ¿O solo compró la camisa y ya? Quizás le gusten esos temas similares.>> Usaba unos pantalones azules, su cabello ondulado de color café y tenía la sonrisa más hermosa que pude ver. Cuando la vi no pensé en nada más que no fuera: ¿Quién es ella? Solo vi que salía de la facultad de ciencias de la salud, por lo que deduje que estudiaba algo relacionado con la salud.

Posteriormente, se dirigió a la librería. Ella pasó con sus amigas, pero para mí solo iba ella. La miré y mis mejillas comenzaron a enrojecerse, mi garganta se volvía un nudo, mi corazón no dejaba de palpitar y mis manos estaban sudorosas. Me miró y solo bajé la mirada. Era la primera vez que la veía en ese lugar. Creía que ella era nueva en la universidad, por lo que decidí ir a la librería donde ella iba.

De todas maneras, la pluma que estaba usando estaba algo gastada (realmente casi no tenía tinta). Me dirigí a la librería. Ella estaba ahí, sacando un montón de impresiones. Estaba mirando a la ventana. Creo que ella también apreciaba la naturaleza como yo. Tantas cosas en común. Me dirigí a comprar la pluma algo alejado de ella, pero incluso así se miraba por el vidrio del estante.

¿Debería entablar una conversación sobre la naturaleza, las impresiones, sobre poesía o simplemente debería hablarle? Me pregunté. Estaba sudando mucho, mi corazón palpitaba más rápido y mis piernas se sentían como si una marcha fúnebre de hormigas bailara entre mis muslos y pantorrillas.

-¿Te gusta? -dijo la chica que me estaba mostrando las plumas con una cara un poco extrañada.

-Sí, me gusta, aunque no sé si hablarle -dije con una voz temblorosa, sentía que era un gallo hablando.

La muchacha soltó una carcajada y me dijo:
-Me refería a las plumas, no a la chica que lleva un buen rato viendo.

Me congelé en ese instante. Un revuelo en mi mente se desplazó en esos minutos. ¿Se notó que la estaba viendo? ¿Ella lo habrá notado? Solo pensé:
<<Dios, por favor que ella no me viera parecer una gelatina y hablar como un gallo con gripe. >> Lo único que salió de mi boca después de ese momento fue decirle a la muchacha:
- ¿Se notó?

Ella me sonrió y movió su cabeza, lo negó.
-No te preocupes, ella es un poco distraída. Su nombre es Elizabeth. Viene casi todos los días, saca documentos de esas cosas clínicas, expedientes para llenar. También vino ayer a imprimir leyes de enfermería o más cosas, por lo tanto, por lógica sé que estudia enfermería. Ella es agradable, aunque en alguna ocasión muy parlanchina, en otras simplemente es muda. Apuesto que ni siquiera sabe que hay más gente que ella y sus amigas en este momento. Siempre mira a la ventana. Hay demasiados árboles de madroño donde llegan muchos guardabarrancos. En este momento, ella está en su mundo, así que no te preocupes. Ella no notó tu clara, extraña e inquietante forma de verla.

El Rey de los Alacránes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora