Segundas oportunidades

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NARRA SARA

Habían pasado tres meses desde la noche en que todo cambió. Desde que descubrí que mi relación con Nick comenzó como una apuesta, mi vida se dividió en un antes y un después. Decidí distanciarme de todo y de todos, incluyendo a Nick, Joe y Kevin. Necesitaba espacio para sanar, para pensar y reconstruir las piezas de mi vida.

A pesar de todo, había algo que me mantenía en pie: mi bebé. Esa pequeña vida que crecía dentro de mí era mi única fuente de esperanza. Pero, con cada consulta médica, la ansiedad aumentaba. El miedo de que algo pudiera salir mal nunca me abandonaba.

Esta mañana, mientras me preparaba para una cita con la doctora, mi teléfono sonó. Era un número desconocido. Dudé, pero finalmente respondí.

—¿Sara? —La voz al otro lado de la línea era inconfundible. Nick.

Sentí un nudo en el estómago. Hacía semanas que no hablábamos. Después de lo que pasó, dejé claro que no quería contacto con él, salvo por el bebé.

—¿Qué quieres, Nick? —pregunté, intentando sonar firme, aunque mi voz temblaba.

—Quiero saber cómo estás. Y cómo está el bebé.

Suspiré. Sabía que, pese a todo, él tenía derecho a estar presente.

—Estamos bien —respondí con frialdad—. Tengo una consulta médica en un rato.

—¿Puedo ir contigo?

Su pregunta me tomó por sorpresa. Dudé, pero al final acepté.

—Está bien. Nos vemos en el hospital.

NARRA NICK

No podía perder esta oportunidad. Durante meses había intentado acercarme a Sara, pero siempre me encontraba con una barrera insalvable. La entendía. Sabía que la había herido profundamente. Pero también sabía que la amaba y que haría lo que fuera para demostrarle que podía ser un hombre diferente.

Llegué temprano al hospital y la vi entrar. Su vientre era visible, y verla así me llenó de orgullo y tristeza. Esa era mi familia, aunque ahora parecía más inalcanzable que nunca.

—Gracias por dejarme venir —dije cuando se acercó.

Sara me miró sin expresión, sin decir nada. Caminamos juntos hacia la sala de espera.

Cuando la doctora nos llamó, entramos al consultorio en silencio. Sara se recostó en la camilla, y yo me senté a su lado.

El sonido del latido del corazón del bebé llenó la habitación, pero la expresión de la doctora cambió. Frunció el ceño mientras miraba detenidamente la pantalla. Mi corazón comenzó a latir más rápido, y sentí que Sara tensaba los hombros.

—¿Todo está bien? —preguntó ella con voz temblorosa.

La doctora apartó la mirada del monitor y se giró hacia nosotros, con una expresión seria pero serena.

—Sara, quiero que escuches con atención. El bebé está vivo y su corazón late fuerte, pero hay signos que me preocupan. El embarazo es de alto riesgo. Hay un problema en la formación de la placenta, y esto podría afectar el desarrollo del bebé o causar un aborto espontáneo en las próximas semanas.

El aire en la habitación pareció desaparecer. Sentí que mi pecho se cerraba al escuchar esas palabras, pero rápidamente miré a Sara, quien se cubrió el rostro con las manos mientras las lágrimas comenzaban a caer.

—¿Qué podemos hacer? —pregunté, desesperado—. ¿Hay algo que podamos hacer para evitarlo?

La doctora asintió lentamente.

El dia que enamore a mi idoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora