POV ARION
Con atención, escuchó cada una de las palabras que salen de su boca, sin embargo, no son entendibles para mi. Esas dos palabras que no creí que volvería a escuchar en mucho tiempo, las oigo salir de sus labios, los cuales devoró en un beso; un beso tibio y casto, sintiendo cada centímetro de ella con tan solo ese roce que nos une, un beso que nos entrega en cuerpo y alma al otro, siento mi piel erizarse y una corriente recorre mi espalda. Nos separamos y con lo primero que me topo es con sus ojos cristalizados, a punto de soltarse en llanto; limpio el agua con mis pulgares y levantó su rostro hacia mí con delicadeza
— Odio verte llorar, ¿lo sabes? —ella solo me mira con suma atención, logrando intimidarme—. Por alguna razón la cual aún no conozco, siento que esto era lo que debía pasar hace mucho... sin embargo, aún me detesto por haberte puesto indirectamente en una posición tan dolorosa —confieso, intentando abrirme con ella
Su mano se posa en mi mejilla, dejándome sentir el calor de su piel. Su mirada comprensiva se hace presente y dejando un tibio beso en la comisura de mis labios, enrolla sus manos en mi cintura
— Su majestad, debe entender que si no fuera por la situación, usted y yo no nos habríamos conocido —argumenta, intentando sobrellevar la situación
— Eso no cambia el hecho de que hayas sufrido —refute, acercándola más a mi pecho—. Prometo que recompensaré cada uno de mis actos, borraré cada golpe con caricias y besos. Cada insulto u ofensa con palabras sinceras y llenas de la pura verdad
— ¿Cual es esa sincera verdad? —cuestiona, con esa sonrisa tímida que solo esconde su curiosidad
— No me hagas repetirlo... —pido, sabiendo que ella solo quiere escuchar esas palabras—. Sabes qué es lo que quiero decir... no hay necesidad de obligarme a decirlo
— ¿Cómo podría un simple hada de bosque obligar a un rey a decir palabras como "te amo"? —cuestiona con ironía—, dígame majestad, ¿cómo debería esperar que eso suceda?
— No eres una simple hada, eres mi hada...
— Entonces, ¿no lo dirá?
— No pensé que pudieras ser aún más impaciente —confieso, atrapando su rostro entre mi manos, dejando besos en su rostro, logrando hacerla reír con timidez—. Si supieras cuánto me encanta escuchar tu risa, no me privarías de ella
— Si ese es el caso, prometo no hacerlo —asegura, alejándose de mí, al punto de separar nuestras manos—, pero solo si es usted quien provoca mi risa
— Nadie más que yo puede tener ese privilegio —declaro, preguntándome internamente lo que está haciendo—. ¿Huyes de mí otra vez?
— ¿Podría hacerlo? —inquiere, extendiendo su mano hacia mi desde la puerta
— Por supuesto que no... —sin chistar, acepto su invitación y salimos de la habitación—. ¿A dónde vamos? —curioseo, recibiendo una negación como respuesta—. ¿Acaso intentas secuestrar al rey?
— Tal vez...
— Ha eso se le suele llamar delito, señorita Longford
— Si fuera un secuestro, su majestad sería capaz de huir cuando le plazca. En ese caso, estoy dispuesta a atenerme a las consecuencias
La sigo intrigado por lo que vaya a pasar a continuación; por momentos nos topamos con algunos guardias y sirvientes, de los cuales, por alguna razón que desconozco, nos ocultamos. Término por seguirle el juego ya que no hay razón para acabar con el momento, además de eso, es tanta la intriga que en momentos llega a revolverme el estómago de manera inquietante, dándome la sensación de que esto no será algo que siempre suceda, pero cuando lo sea, espero que siempre sea cómo ahora
— Se que no debería salir sin su permiso, pero si está conmigo, cuenta cómo autorización, ¿cierto? —inquiere abriendo el portón del salón del trono, para luego caminar hasta la salida del castillo
— Puedo hacer una excepción —respondo juguetón
— Me siento privilegiada —acepta con algo de sarcasmo que apenas y ella misma pudo notar
— Lo eres —aseguro
— ¿Por ser la concubina del rey?
Su pregunta me dejó fuera de lugar por unos segundos. ¿Que acaso no le acabo de confesar que dejaría que el mundo ardiera por ella?. ¿Acaso no fueron suficientes esas palabras para hacerle entender que no es solo un capricho?. Ignoro mi pensamiento irracional y decido aclarar esa errónea idea que mantiene en su cabeza
— Por ser la única persona que ha intentado matarme sin pensar en las consecuencias
— Si es por eso, ¿debo sentirme mal?
— Todo lo contrario. Aun sigues con vida, eso es una buena señal
Su andar se detiene al escuchar algunos pasos, son del metal chocando contra el suelo. No estaba dispuesto a tardar mucho más y la tomó del brazo para volver a avanzar. Los guardias al vernos hacen una reverencia y solo sigo caminando con la mujer a mi lado como si ellos no existieran, sin embargo, no se a donde nos dirigimos, por lo tanto, no tengo idea de a donde seguir
— No sabe a dónde vamos, ¿verdad? —niego mientras intento no soltar una risotada—. Siga hacia el frente, yo le diré cuándo debe detenerse
— ¿Acaso le das ordenes a tu rey?
— Sería incapaz de cometer tal pecado, su majestad
Sin darme cuenta de dónde diablos estamos por solo estar concentrado en la trivial conversación, me percato de que acabamos de salir del castillo y estamos casi corriendo al pueblo. A unos cuantos pasos de llegar al centro, me detengo en seco al ver cómo a lo lejos le ve el lugar infestado de personas, siento su mirada sobre mí al sentir que detuve mi paso
— ¿Sucede algo? —inquiere con cierta preocupación en su voz—. Majestad...
— No creo que sea prudente aparecer en el pueblo tan tarde
— Nunca ha venido...
— Este reino y su gente me vio nacer. Claro que he venido
— Me refiero a que no ha venido a convivir con la gente, más que como rey, sino como un habitante mas
— La corona es muy pesada de llevar, nunca me he tomado como algo necesario convivir con mi pueblo si no mas para saber sus necesidades y proteger sus vidas con la mía
— Eso quiere decir que, ¿nunca ha venido a un festival, o ha visto el movimiento del centro por la noche?
— Exacto... —ella solo me mira. Me miró como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar—. ¿Qué pasa? —vuelve su mirada hacia el pueblo, viendo con ánimo todo el movimiento y bullicio que se crea con la música y la gente animando al baile. Su mirada brillante e ilusionada me hace entender que es lo que está pasando por su cabeza—. Ni lo pienses... no ire ahi por mas que intentes convencerme. Imposible, es simplemente absurdo pensar o si quiera creer que pondré un pie ahí y arruinarles la fiesta a las personas que disfrutan de una noche como esta
— Majestad... —al parecer lo que acabo de decirle sólo fueran palabras al aire, ya que, su expresión sigue siendo la misma, y eso es atemorizante—, ¿Sabe usted bailar? —su mirada llena de picardía y emoción terminan por hacerme reír al sentir que ante ella no puedo negarme a nada. En un acto de rendición, terminó por negar con la cabeza, pero mi sonrisa que solo hace presencia involuntariamente, termina por delatarme—. Tomaré eso como un si —dijo sin más, corriendo conmigo de la mano hacia el centro del pueblo
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La Elegida
FantasyEl mundo es cruel con quién menos lo merece, eso lo que aprendí estos últimos años. Ser una joven apartada del mundo me hizo vulnerable, eso me ha llevado a estar dónde estoy ... Querer amar a un hombre que no quiere ser amado, puede ser lo más dolo...