Capítulo 28: Hilos

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Aeris.

Las ampollas de mi brazo eran dolorosas. Parecía increíble que los estudiantes de la Primera Orden tuviesen fallos tan catastróficos pero ninguno de nosotros era perfecto, y Nadine realmente no quería lastimarme. Sabía que no le agradaba pero herirme con su fuego era tan grave que no podía imaginarlo como intencional.

Necesitaba agua o llegar a la enfermería para que una Elemental de Agua apresurara la sanación de mi quemadura pero los pasillos del Palacio eran engañosos y aún no aprendía a moverme entre ellos.

Traté de recordar el camino que Calix me había mostrado semanas atrás pero la desazón que me provocó pensar en él fue más fuerte y me hizo detener mis pasos. ¿Acaso había hecho algo mal? Él parecía tan feliz como yo por nuestro encuentro y creí que su petición para quedarme fue su forma de demostrar que también me apreciaba pero estaba tan equivocada.

Él solo me ignoró.

Me sonrojé avergonzada, recordé el día que llegué para mis clases: cuando lo ví quise saludarlo y mi mano quedó en el aire torpemente porque él se dió la vuelta sin siquiera responderme. Los siguientes días pasaron igual, su mirada nunca me buscó y yo dejé de esperar, me límite a estudiar y a olvidarme de todo lo que alguna vez me dijo e hizo sentir.

Retomé mi camino, algo en mí mente hizo clic y me dirigí por el pasillo de mí izquierda donde recordaba haber visto la puerta de la enfermería. Caminé algunos metros y los cuadros que colgaban en las paredes me resultaron familiares, si giraba a la derecha en la siguiente bifurcación quizás llegaría a mí destino y con suerte, me sanarían en menos de cinco minutos. Tenía que aguantar, evitar distracciones.

Ojalá hubiera sido tan fácil.

Ojalá no se hubiera atravesado en mí camino luciendo tan guapo con un traje negro hecho a medida...

— ¿Qué te pasó en el brazo? —gruñó y yo dí un respingo sobresaltada, estaba enojado pero está vez, no parecía estarlo conmigo
— No es tu problema —repliqué sonrojándome de inmediato pero yo también estaba muy enfadada: con él por ignorarme y conmigo por importarme
— Aeris... —advirtió con cautela— ¿Quién te ha hecho eso?
— Solo fue una práctica que les salió mal a los Elementales de Fuego, ya no importa, me curaré y podrás volver a ignorarme como lo has estado haciendo —solté de forma cortante

La cara de Calix parecía un poema, daba la impresión de ser la primera vez que alguien lo trataba con tanta irreverencia pero me daba igual, mi orgullo estaba herido y me resultaba en exceso hipócrita su aparente preocupación. Le pasé por un lado dispuesta a seguir mi camino pero él me tomó del brazo sano, tiró de mí y me obligó a girar para mirarlo.

— Una vez estés curada, podrás volver a odiarme. Pero mientras vayas en la dirección equivocada, me ocuparé de tí, ¿entendido? —pronunció, su tono tan tranquilo como demandante

No pude sostenerle la mirada y tampoco respondí, simplemente me dejé llevar por él de forma obediente a través de los pasillos hasta que llegamos a la enfermería. Las paredes del lugar estaban empapeladas de blanco con flores amarillas, dentro olía a químicos variados y había varias camas en fila, a pesar de ser claramente un lugar dispuesto para atender a personas heridas, no había rastro de ningún Elemental de Agua en el lugar, de hecho, estaba vacío.

— Es hora del almuerzo —mencioné señalando el reloj en la pared
— Debí imaginarlo, iré a buscar a Madame Dariana, espérame aquí —ordenó
— ¡No, no, no! —exclamé deteniéndolo— Está bien, me las puedo arreglar. Solo necesito agua

El Príncipe se cruzó de brazos y me miró fijamente, por supuesto, no sabía qué pensar de mis palabras pero cedió y me alcanzó una jarra de agua que encontró en una de las mesas de trabajo. Suspiré cuando la tuve en mis manos y con un ademán de mí muñeca sana el agua cobró vida y tapó las ampollas, cerré mis ojos sintiendo el poder curativo del agua y el dolor cesó. Para cuándo abrí mis ojos y evaporé el agua, la herida de mí brazo no estaba, solo había un parche rosáceo que rivalizaba con parecerse a una quemadura solar.

— Aire, Primavera, Agua y Fuego... —enumeró Calix
— Por favor, no le digas a nadie —pedí y noté que sus ojos volvían a mirarme con bondad, como si su mascara se hubiera caído
— Es tu secreto, no se lo diría a nadie nunca —respondió con simpleza y sonreí— ¿Puedo preguntarte algo?
— Dime...
— ¿Cómo lo haces? Es decir, es obvio que te sale natural pero quisiera saber qué ves o cómo se siente cuando manipulas un don
— Hilos —contesté— Veo hilos sobre los elementos y la naturaleza, cuando enfoco la mirada aparecen y yo imagino que tiro de ellos, les doy órdenes y éstos, obedecen...

Calix analizó cada una de mis palabras de forma minuciosa, entrecerró los ojos y buscó...

— ¿Qué ves? —me atreví a preguntar
— No veo absolutamente nada —expresó y aunque volvió a evadir mi mirada, noté como el brillo de esperanza se desvaneció, la bondad fue reemplazada por indiferencia y a mí se me rompió el corazón cuando se dió la vuelta para irse
— Calix... —Llamé débilmente sin saber por qué, quizás solo quería una explicación a su manera de actuar tan contradictoria pero no me atreví a pedirla
— Solo cuídate, ¿quieres? —dijo antes de cruzar el umbral de la puerta

Pude haberme enojado por volver a ignorarme después del incidente, pero mí joven corazón se negaba a odiarlo y a olvidar las últimas palabras que me dedicó, eso y al rumor que se esparció poco después por todo el lugar:

"Los Elementales de Fuego pertenecientes a la Primera Orden habían sido trasladados a una nueva sede. Un lugar lo suficientemente alejado para que no pudieran volver a lastimar a nadie accidentalmente".

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Holisss, llegué un poquito tarde pero sigue siendo sábado, so, espero les guste el capítulo... Cuídense 🩷 ✨

Crónicas de una ElementalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora