El principio de un todo

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Jace:

El cuarto en el que yacía Luke se sumió en un silencio glacial tras las palabras de Daemon. La revelación de su acto atroz habia caido sobre nosotros como una sombra oscura que parecía absorber la luz que entraba por las ventanas hace algunos momentos. El cuerpo de Luke aún respiraba débilmente, pero todo lo que nos rodeaba se sentía pesado, cargado de las consecuencias del violento acto que ahora se revelaba ante nosotros.

En este momento donde mi hermano se encontraba no era mas lejos de lo que estaban todos mas especifico Daemon.

Nosotros optamos en hablar del tema alejados de Luke pero al parecer el pudo eschuchar el nombre de Aemond a la no muy larga distancia que habia.

En unos momentos despues mi hermano seria trasladado a sus aposentos pero en la rapidez de la situacion y la fragilidad en esos momentos mi hermano tuvo que tener un cuarto mas conveniente a su estado de salud.

Despues de estar todos con Luke, tuvimos que dejar la habitacion ya que los maestres nos dieron que el requeria mucho descanso, pero en ese momento Rhaena acordo quedarse con el en busca de su mejora, a lo cual me senti mas conforme con eso.

Al volver al salon principal nos reunimos todos para hablar del tema que evitabamos hasta ahora pero que nos carcomia de la inseguridad y las consecuencias de lo que podria traer tal accion.

Rhaenyra, rígida como una estatua, dirigió su mirada hacia Daemon. Sus ojos estaban llenos de una mezcla de incredulidad, ira y desolación.

—¿Mataste a un niño? —La voz de mi madre estaba quebrada, baja, pero cargada de una furia contenida que apenas podía controlar—. ¿Lo mataste para vengar a Luke?

Daemon no respondió de inmediato. Solo sostuvo su mirada, y en su rostro no había arrepentimiento, ni remordimiento, solo la convicción fría de un hombre que cree que sus acciones están justificadas por el fin que busca.

Era un rostro que había visto muchas veces antes, pero esta vez algo había cambiado. Había cruzado una línea de la que no había retorno.

—El sobrino de Aemond era una amenaza —dijo finalmente, con esa calma peligrosa que lo caracterizaba—. Quizá no lo entiendas ahora, pero lo hice por nuestra familia. No podemos mostrar debilidad ante nuestros enemigos, Rhaenyra. Si Luke hubiera muerto, ellos habrían celebrado. Y no dudo que lo hayan hecho eso cuando se enteraron de su muerte asi que nosotros no podemos permitirnos ser misericordiosos.

—¡Pero no ha muerto! —gritó Rhaenyra de repente, su voz quebrándose por la emoción mientras se aferraba a la mano de Luke—. ¡Luke está aquí, vivo! ¿Cómo pudiste...?

El rostro de Rhaenyra palideció aún más, y fue entonces cuando vi las lágrimas acumulándose en sus ojos. Sabía que estaba procesando las implicaciones de lo que Daemon había hecho. No solo había asesinado a un niño, sino que ese acto arrastraría a toda nuestra familia hacia un abismo del que no habría escape. Las consecuencias serían devastadoras, y ella, como reina, sería la primera en sufrirlas.

—Nos culparán a todos por esto —susurró Rhaenyra, sus ojos ardiendo en los de Daemon—. No solo a ti, Daemon, sino a mí. A nuestros hijos. ¿No lo ves? Nos has condenado.Daemon se acercó lentamente, su expresión imperturbable, como si estuviera convencido de que había hecho lo correcto.

—Todo ha sido así, Rhaenyra. Las reglas nunca cambian. Si no golpeamos primero, nos aplastan. No lamento lo que hice, porque sé que era necesario.Las palabras flotaban en el aire, pero cada una caía pesada sobre mi madre. Podía ver la batalla interna en su rostro, el conflicto entre su amor por Daemon y el instinto protector que tenía hacia sus hijos.

Sombra y sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora