Donde un lindo omega de nombre Francisco tiene un nuevo vecino, este le ha llamado la atención y cada que puede le toma fotos con un mensaje detrás de ellas, ¿lindo, no? Aunque no se atreve a revelar su identidad a su guapo vecino.
O donde Esteban...
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Seguramente estaba paranoico, ¿verdad? Sentía que una venda había sido quitada de sus ojos y que, definitivamente, todo había empezado a cobrar sentido desde que los puntos empezaron a conectarse acerca de la misteriosa persona que le entregaba aquellas fotografías.
Todo encajaba, pero... ¿Por qué no se sentía acosado y mucho menos afectado? Simplemente porque era su omega el que había estado enviando aquellas fotos. Y él nunca podría pensar mal ni hacer algo en contra de su destinado.
Saber que aquel omega era el fotógrafo y que tenía interés genuino en él hacía que su lobo saltara de emoción porque su omega correspondía de cierta manera.
— ¿Me decís que solo me llamaste para contarme de tu vecino omega que es tu destinado, te atrae de una manera extrema y al que cuidaste durante todo su celo todo su celo?
Esteban carraspeó un poco incómodo.
— ¿Qué? ¡No! Bueno... no solo para eso forro — El castaño le lanzó una almohada a Blas.
— ¿Entonces? — El azabache atrapó la almohada mientras reía.
— ¿Que no ves? Seguro quiere cortejarlo — Mencionó Diego.
— Algo así... Es que tendré una cita con él en unas pocas horas y n- — El castaño fue interrumpido.
— ¿¡Una cita con él!? — El grito de Blas se escuchó por toda aquella sala, rezaría para que el omega no haya escuchado eso.
— Sí, per- — Fue otra vez interrumpido por un grito "masculino" de el alfa alto y delgado — ¡DEJÁME HABLAR TROLO!
El alfa calló y Diego trató de suprimir su risa, en serio lo trató... Terminó riendo como delfín, causando la risa en el otro alfa mientras ignoraban que Esteban estaba apunto de agarrar un fósforo y prenderles fuego a ambos.
Luego de que el castaño les jalara las oreja por no ayudarlo, se dispusieron a ayudar a su amigo que era nuevo en todo el ámbito "amoroso", le eligieron un conjunto casual y a la vez formal. Una camiseta blanca, unos jeans rectos, un saco beige y para complementar unos tenis blancos. Sus amigos lo miraron orgullosos de su creación y, luego de entregarle un ramo de lirios amarillos de la Luna sabe dónde lo sacaron, lo declararon listo para ir a la cita con su omega.
— ¡Eres como mi Frankstein! — Halagó Vegezzi con emoción.
— Sonaste como un ratón de biblioteca, boludo. Pero sí, tenés toda la razón — Rió Blas, dándole la razón al otro alfa.
—¿Creen que le guste? O sea... Mi outfit, el ramo... — Suspiró con nerviosismo aquel castaño.
— Kuku, si son destinados te aseguro que está re enamorado de vos, como vos lo estás de él.
Asintió y luego una sonrisa se instaló en su rostro.
