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Los dedos de Hermione rozaron el suave satén de su vestido a la altura de los muslos cuando el taxi se detuvo. Le dio las gracias al taxista al entregarle el dinero, salió del coche y se estremeció cuando el viento frío la heló de inmediato. Se ciñó la fina chaqueta y corrió hacia la puerta principal, desesperada por refugiarse en el edificio.

Hermione suspiró aliviada cuando entró en la oficina, ahora decorada para la Navidad, con música y sus compañeros celebrándolo entre las mesas. Se escabulló entre redactores alborotados y fotógrafos cantarines y consiguió llegar a su propio escritorio. Dejó caer la chaqueta y el bolso en el asiento y miró a su alrededor para ver si sus compañeros de trabajo habían llegado ya.

"Oh Dios..." Hermione vio a Ginny bajo el muérdago, besando a Harry Potter de marketing. "Típico."

Se acercó a la mesa de las bebidas, mirando a su alrededor para ver si veía a Luna, otra amiga. No había ni rastro de ella y el humor de Hermione decayó. Cogió una copa de champán y bebió un gran sorbo.

Llevaba un año trabajando en el edificio; se había hecho amiga de Ginny y Luna en la última fiesta de Navidad y estaba muy agradecida de no estar sola en medio de las celebraciones. Pero este año tenía la sensación de que ambas estarían ocupadas. Ginny llevaba enamorada de Harry Potter desde que Hermione la conocía, y probablemente desde hacía más tiempo, y parecía que por fin había decidido dar el paso. Luna salía con Neville Longbottom, uno de los revisores, desde hacía unos meses y, como Hermione no lo veía, supuso que se estarían tomando su tiempo para llegar juntos.

"Hermione Granger, ese vestido es..." Hermione apretó los dientes y se volvió para mirar a Blaise Zabini, que la perseguía activa y persistentemente desde la última fiesta de Navidad. A menudo se lo encontraba encaramado a su escritorio a primera hora de la mañana y sólo la amenaza de ser descubierto por su jefe, que no trabajaba, le impedía demorarse. "Bueno, es prácticamente indecente y yo estoy a favor de eso. ¿Intentas impresionar a alguien?"

"A ti no."

"Ouch, me has herido". Me guiñó un ojo. "Vamos Granger, hemos estado haciendo este baile desde hace un año. Sabes que te gusto".

"Puedo decir honestamente que no hay nadie aquí que me desagrade más. Te he dicho mil veces que no me interesas".

"Te veré bajo el muérdago más tarde, ¿vale?" Cogió una copa, sonrió satisfecho y desapareció entre la multitud. Hermione cerró los ojos y respiró hondo. Quizá debería denunciarlo a Recursos Humanos. Al principio pensó que lo entendería, pero un año era excesivo. Le sorprendió que no le hubiera pillado su jefe.

Sus ojos se dirigieron al despacho de Bellatrix Lestrange. Las persianas estaban cerradas, pero podía ver el tenue resplandor de la lámpara del escritorio; recordó cómo el año anterior su jefa había trabajado durante la mayor parte de la fiesta, saliendo sólo para el discurso obligatorio y para hacer la ronda.

Convertirse en la ayudante personal de Bellatrix Lestrange, copropietaria del negocio y célebre editora, había sido un paso en su carrera que Hermione no podía permitirse perder. Pero conocer a la mujer la había desconcertado por completo.

Hermione estaba en la puerta del despacho, con un bloc de notas en la mano. Tomó aire y llamó a la puerta.

"Adelante. La voz era autoritaria y enérgica, e hizo que a Hermione se le revolviera el estómago. Abrió la puerta y su nueva jefa levantó la vista de su escritorio. Sus ojos llamaron primero la atención de Hermione; oscuros e inteligentes, grandes y hermosos. Labios rojos sobre piel de porcelana. Largos rizos oscuros, algunos con motas grises, enmarcaban un rostro impresionante. "¿Sí?"

"Um... hola." Hermione se encogió de hombros y se estremeció. Era una profesional. No debería dejarse lanzar por una cara bonita. Pero qué cara... "Hola, señora Lestrange. Soy Hermione Granger y soy su nueva asistente personal".

🎄 Sí Jefe [ Au Human] 🎄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora