Capítulo cinco

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El lunes me esmeré un poco más en el maquillaje

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El lunes me esmeré un poco más en el maquillaje. Si bien, todas las mañanas pintaba mis labios de un color nude, aplicaba un poco de corrector en mis ojeras y me ponía máscara de pestañas, esa vez agregué delineador, iluminador y contorno. Exactamente, no sabía la causa de mi esfuerzo en verme mejor. Lo que sí sabía era que quería estar más presentable que los demás días normales.

Cuando llegué a mi escritorio, él ya estaba dentro de su oficina como todas las mañanas. Me anuncié y no lo vi hasta que a las nueve menos veinte, abrió la puerta y salió de su despacho.

Me miró y me dio rabia. En persona era incluso más guapo que en las fotos.

—Buen día. —Saludé, sin importar que ya lo había saludado por el intercomunicador.

—Buen día. —Acomodó el cuello de su camisa. Me hubiese gustado ayudarlo... a desabotonársela, en realidad.

<¡Sofía!>

–¿Qué tal lo que va de tu día? –Puse mi esfuerzo en crear un ambiente laboral un poco más ameno. Después de todo, iba a pasar mucho tiempo con él en la oficina.

—Exhaustivo.

—Bueno, espero que hayas usado el fin de semana para recomponer energías. –Hice un ademán energizante con mi puño. Me arrepentí al instante en que miró mi seña y alzó una ceja. Me sentí ridícula.

—En realidad, no.

—¿Fin de semana ocupado? —Inquirí viéndolo masajear su entrecejo. Conocía la respuesta pues el domingo había prestado suma atención a la información que brindaban las noticias sobre su aparición en la fiesta.

—Si.

—El mío igual. Ni siquiera descansé bien por la noche. Fue bastante agitada. —Las palabras salieron solas y luego de pensar en lo que había dicho, me maldije en todos los idiomas que conocía bien; solo inglés y español –pero planeaba aprender más cuando tuviera tiempo–. Mi intención no era que sonara como si hubiera tenido sexo porque no había sido de esa forma. Es más, el causante de mi desvelo había sido él mismo.

Su expresión dura me transmitió que mi respuesta no le había gustado.

—Sofía, ¿Te pregunté sobre tu fin de semana?

—No, lo siento. —Miré la agenda de reuniones, aunque sabía cuales eran. Solo fue una excusa para evitar sus esferas—. Recuerda que tienes la reunión con Oceanplace.

—Si, ahí es donde voy. Vuelvo dentro de una hora, mantente atenta a las indicaciones que te envié por mail.

Asentí y se fue.

Durante la siguiente hora traté de hacer todas las cosas que indicó, que cabe aclarar, eran muchas.

—Sof, mira lo que te traje. —Alex apareció por la puerta con dos cafés de Starbucks. Mis ojos se iluminaron cuando dejó el latte frente a mis narices.

El diablo viste de trajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora