Después de desaparecer misteriosamente junto a su hermano mayor en la mansión "embrujada" de Agdeog, y olvidar por completo su pasado, Jungkook, quién ahora trabaja como reportero en la ciudad de Seúl, comienza a investigar "La leyenda de Agdeog." U...
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Tae Jung se encontraba de pie junto al lavado de mármol, en una de las habitaciones de la mansión de Fairytale, la cuál parecía atrapada en otro tiempo. Sus manos manchadas con sangre, contrastaban fuertemente con el blanco inmaculado del lavado mientras las limpiaba y tarareaba una melodía alegre, completamente ajeno al grotesco cuadro que representaba ese color rojo intenso en sus manos.
El sonido del agua al chocar contra el lavado era constante y hacía eco en la habitación desolada. Las gotas de sangre se mezclaban con el agua, formando un río de un rojo oscuro que se deslizaba por el desagüe, como si estuviera lavando sus pecados en lugar de simplemente su piel.
De repente, la melodía de Tae Jung se detuvo, ya que pudo sentir una presencia detrás de él. La figura de Hoseok se levantó en la periferia de su visión, inmóvil como una estatua, observándolo con un rostro inexpresivo. No dijo nada, simplemente permanecía allí, testigo mudo de la escena.
—¿Ya murió?
—Todavía no, pero lo estará muy pronto, señor. Sus heridas antiguas están infectadas y se está desangrando por las nuevas. La fiebre también está muy alta...
—¡Qué pena! —comenzó a reír y sacó un cigarro de su bolsillo para encenderlo —.
—Señor, ¿no cree que sería bueno llevarlo al hospital?
—¿Por qué debería?
—Bueno...morirá.
—¿Y eso que? Eso es lo que quiero. Lo quiero muerto...—expulsó el humo. —¡Vete! —aventó la colilla al suelo y la aplastó. —Quiero descansar un poco, mañana tengo que escoger las mejores partes del cuerpo del reportero Jeon...
—Sí, señor...—hizo una reverencia y salió —.
Tae Jung cerró el grifo y salió del baño mientras secaba sus manos con una suave toalla. Sus pisadas resonaban ligeramente en la majestuosa escalera de la mansión Fairytale. Hasta que finalmente llegó a la puerta tallada de su habitación. La abrió despacio y una suave luz cálida acogió su visión.
Habían velas en todos los rincones que creaban un efecto hipnótico en la habitación, y en la mesa de noche, había una botella de vino. Detrás de esta escena, en el tocador, estaba Dalia. Su figura esbelta se destacaba contra el espejo, y su largo cabello negro cayó en cascada sobre sus hombros. Esta vestía un vestido esmeralda que realzaba la luminosidad de su piel y sus ojos, que en ese momento brillaban con intensidad. Sus labios se curvaron en una sonrisa de bienvenida al ver a Tae Jung.
