30 - Obediencia

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JELNA

Últimamente, Ellies estaba actuando extrañamente atento y amable con ella, más de lo normal. No lo hacía solo cuando había alguien presente, incluso si estaban a solas mantenía su comportamiento. Sabía la razón detrás de todo esto, su plan estaba funcionando. Lo mantenía informado de las cartas que había recibido de sus amigas contándole acerca de Aylah.

Cada información que recibía, la compartía con su hermano de forma incondicional. Disfrutando de la expresión que ponía su rostro al escuchar cualquier detalle acerca de la princesa. Sus ojos comenzaban a brillar con perversa emoción y sus labios se curvaban en una sonrisa malvada. Estaba alimentando a la bestia con apenas pequeños huesos, incrementando su apetito por carne fresca. Haciendo que su obsesión creciera de forma incontrolable.

Recién había recibido otra carta de Zheria. Esta vez no la abrió, decidió permitir que Ellies tuviera el placer de hacerlo en persona como un gesto de confianza. Sonrió satisfecha mientras comenzaba a caminar cuidadosamente por la mansión con intenciones de encontrarse con él, saboreando su victoria anticipada de un plan bien elaborado. Sus deseos se cumplieron antes de lo esperado cuando se lo tropezó en el recibidor.

Ellies alzó una ceja de manera inquisitiva al verla aparecer de repente. Su cara totalmente inexpresiva cambió en un abrir y cerrar de ojos, mostrando una sonrisa amable. Sus ojos viajaron hasta la mano de Jelna, y al ver el sobre sellado sus ojos comenzaron a brillar sin que pudiera evitarlo. Todo iba demasiado perfecto, hasta que el ruido de un carruaje llegando interrumpió a Jelna antes de que pudiese articular palabra alguna.

La atención de su hermano se desvió totalmente hacia la puerta, como si ya de antemano estuviese esperando a alguien. Jelna no se sorprendió en absoluto al ver a su padre entrar. Maldijo internamente su suerte, había olvidado que llegaría sobre esta fecha. Se mordió el labio inferior molesta, esto complicaba mucho las cosas, demasiado.

Mientras su padre no estaba presente, era más fácil acercarse a Ellies. Pero ahora que estaba aquí las cosas eran diferentes. Su hermano era un maldito demente, pero no controlaba los movimientos de todos, ni se anticipaba a las cosas que podrían ser un inconveniente. Su padre, sí, iba a ser muy sencillo para él darse cuenta de lo que ella estaba haciendo e interponerse para evitar que lo lograra. No le gustaba que nadie planeara algo a sus espaldas, eso era una regla no escrita en esta casa y si de repente detenía el flujo de información hacia su hermano, este se daría cuenta de sus intenciones. Su posición se había vuelto de repente muy incómoda.

—Finalmente, algo está saliendo bien —soltó Ellerys dando un largo suspiro mientras un sirviente le quitaba el abrigo— Por suerte para nosotros "él" había previsto cualquier inconveniente, así que perdonó nuestra ineptitud en mantener a Aylah bajo nuestro cuidado —se dejó caer en un sofá cercano mientras masajeaba sus sienes como si le doliera terriblemente la cabeza— mientras hablamos debe estar llegando a la capital

—¿Va a asistir a la coronación? —preguntó Ellies mostrándose extrañamente inquieto

Jelna no se movió del lugar, ambos hombres parecían haber olvidado que ella estaba allí, ignorando por completo su presencia. Esto sería beneficioso si quería escuchar conversaciones importantes de las que siempre había sido expulsada con anterioridad. Le causaba mucha curiosidad ese misterioso personaje, el protagonista de todos los planes que se habían orquestado incluso antes de su nacimiento. ¿De quién se trataba que podía poner nervioso incluso a Ellies?

Alguna que otra vez había logrado escuchar atisbos de sus conversaciones secretas o captado fugazmente cosas muy interesantes cuando hablaban durante las comidas, mientras ella pretendía estar completamente concentrada en su plato. Sabía que su padre obedecía ciegamente las órdenes de este hombre. Alguien muy importante y poderoso, al que su padre le era total e incondicionalmente leal. Jamás había escuchado el nombre de este secreto personaje, todos los que conocían su verdadera identidad eran muy cuidadosos respecto a eso.

—Es hora de que muestre su rostro —habló Ellerys con voz de cansancio— estoy seguro de que causará un gran revuelo. Es una lástima no poder ver la cara de ese rey inepto cuando aparezca en la ceremonia —añadió mientras esbozaba una leve sonrisa de satisfacción

—Entonces, ¿Qué pasará con Aylah? —preguntó Ellies con cautela mientras su semblante se volvía inesperadamente serio y su voz se tensaba con molestia. Parecía como si fuera incapaz de controlar su ansiedad respecto a este tema.

—¿A qué te refieres? —preguntó a su vez Ellerys notando el brusco cambio en la actitud de su hijo

—Ella es mía —sentenció Ellies con peligrosa voz, como si estas palabras definieran un límite de poder. Mostrando su obsesión de manera abierta mientras trazaba una línea invisible con palabras, marcando su territorio de forma evidente.

—Creo que estás malinterpretando algo —dijo Ellerys mientras entornaba los ojos en dirección a su hijo— todos en esta familia seguimos "sus" órdenes al pie de la letra. Si mañana "él" decide que lo mejor para sus intereses es casarse con ella, ni tú ni nadie moverá un dedo para impedirlo ¿Estoy siendo lo suficientemente claro? —su tono de voz aunque calmado indicaba una fuerte amenaza, que fue capaz de lograr que Jelna tragara en seco incapaz de moverse ante tan tensa escena

—Entonces debo asumir que ya cambiaron sus planes —dijo Ellies mientras su mandíbula se tensaba y forzaba una leve sonrisa.

—Incluso si así fuera, no es algo de tu incumbencia. Incluso tú existes gracias a él, o debo recordarte quién me ordenó que me casara con la tonta de tu madre y tuviera un heredero —cada palabra que Ellerys pronunciaba sonaba cargada de un profundo rencor— Así que apártate de su camino y obedece, tal y como has hecho hasta ahora.




Destinada a renacer 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora