𝐸𝑙 𝑅𝑒𝑒𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 1 ~ 𝐵𝑎𝑘𝑢𝑔𝑜𝑢 𝐾𝑎𝑡𝑠𝑢𝑘𝑖

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______ arrastraba problemas del pasado, no solo por relaciones de pareja tóxica, sino también por tener una familia algo desordenada, aunque decidme cuántas familias desestructuradas conocéis. Sin embargo, había algo en mí que le transmitía confianza; algo bueno debía tener, digo yo, y llegamos a tener tanta confianza que nos lo contábamos todo... y además nos gustábamos. Nos acostábamos a las tantas hablando por WhatsApp, calentando motores y enviando fotos sugerentes.

Tras horas y horas de conversaciones, selfies que podían hacer arder un iceberg y dimes y diretes sobre lo que íbamos a hacer cuando nos viéramos, por fin llegó el día. Tras hacer muchas cábalas, decidimos cenar en un italiano que le gustaba mucho y después tomar los mojitos de rigor. Hasta ahí todo estaba previsto, lo que sucediera después quedaba en el aire. Queríamos crear ambiente, mirarnos a los ojos y sentir el deseo en ellos, esperar a que pasara la cena y después tomar algo para seguir pensando en cómo iba a acabar la noche. Mis pantalones estaban literalmente echando fuego desde el momento en que pasé a recogerla.

Fue una cena en la que nos pusimos al día, cosas que habíamos hablado por WhatsApp de pasada, porque chatear nunca será lo mismo que conversar. Escuché sus problemas, sus dudas y sus inseguridades, eran situaciones delicadas que necesitaban toda mi atención y empatía. No tenía la solución a sus problemas, pero sí podía animarla y hacer que los olvidara durante una noche que había comenzado muy bien, en su restaurante favorito y con una sonrisa en la boca. El deseo se había apartado, ocupaba su lugar la confianza y el entendimiento.

Acabamos de cenar y era hora de ir a tomar mojitos. No iba a ser en una terraza con buenas vistas, sino en un lugar más íntimo, con poca luz y toques orientales que ambos conocíamos y al que siempre habíamos querido ir. Había conversación para rato, y si después de una buena cena en un italiano te vas a tomar un mojito de postre, se asientan las bases para una noche desenfrenada y llena de pasión.

Nos habíamos enfriado un poco en el trayecto desde el coche hasta el local oriental donde preparaban los mejores mojitos de la zona, pero tardamos poco en entrar en calor gracias, aparte del alcohol, a lo original y bonito que era el lugar. Había poca luz, perfecto para una noche íntima y, por qué no decirlo, para establecer confianza y cercanía entre las parejas que acudían a tomar una copa mientras compartían confidencias y susurros. Luces cálidas rodeadas por figuras y cuadros de corte budista; un lugar barroco, atestado de elementos que, sin embargo, estaban colocados de manera que pudieran ser admirados. Me pregunté cuánto dinero se habrían gastado en la decoración, aunque tras ver la carta de cócteles y entendí quién lo pagaba.

El local estaba lleno y nos sentaron al lado de un par de parejas más, solo que no estábamos tan cerca de ellas y todavía conservábamos cierta intimidad. Todos sentados alrededor de un gran tronco de árbol que sostenía las bebidas, medio tumbados en largos y cómodos sofás con la luz justa para distinguir un billete de cinco de uno de diez. Nadie de allí parecía interesado en las demás parejas, sino que bebían, charlaban y se reían amparados en una ola de buenrollismo contagioso. En aquellos sofás se estaba bien, y Sandra y yo compartíamos uno, aunque no tardamos en ponernos cómodos y medio estirarnos, de manera que ella apoyaba la cabeza en mi pecho mientras su fragancia me embargaba.

El silencio nos acunó entre sus brazos, pero no era para nada incómodo, era un buen confidente para nuestras caricias y muestras de cariño. Un beso protector en la frente, un jugueteo con su ondulado pelo mientras con la otra mano acariciaba su brazo. Ella ronroneaba; la cena había ido bien y el lugar se ofrecía a la relajación total. Qué mejor momento para intimar y susurrarle al oído muchas de las cosas que estaba pensando.

-Estás muy guapa hoy, ¿eh? -dije intentando imitar su voz.

-Tú tampoco estás mal -contestó dándole otro sorbo al mojito.

𝙾𝙽𝙴 𝚂𝙷𝙾𝚃𝚂 𝙼𝙷𝙰 𝚇 𝙾𝙲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora