Capítulo Dieciséis

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     —¿Pero qué le pasó en los ojos, señorita Goldstein?

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     —¿Pero qué le pasó en los ojos, señorita Goldstein?

     —Alergia...

     Habían pasado las cuarenta y ocho horas más tortuosas de su vida, las más dolorosas y en lo único en lo que podía pensar es que gustaba de un completo patán. Había llorado toda la noche pensando en cuánto le dolía saber que su padre tenía razón con respecto a los hombres, en que Akame tenía razón al decir que Norman no era para ella y que Oliver tenía razón con decir que Norman era un tarado.

     Pero cuánto le gustaba ese tarado.

     —¿S-segura? Eso no luce como una... alergia.

     Suspiró viendo a la enfermera del colegio, Alessandra. No iba a decir que había pasado días llorando por una ruptura de una relación que jamás fue una relación, sería humillante.

     —Las fresas suelen dejarme así... —contestó rascándose los ojos.

     —Ah... Y-ya veo, siéntate aquí y ya vuelvo.

     Era el día del partido, ese tan esperado partido en el que tendría que ver sí o sí a Norman. Y no era como si pudo evitarlo, lo vio a cada segundo de cada clase que tenían, en cierta forma odiaba que el chico fuera tan aplicado. Ella, por su lado, se excusó todo el día anterior que tenía indigestión después de haber "comido" tres platos de pasta.

     Ni siquiera le gustaba tanto la pasta, en especial porque lucían como lombrices.

     Había perdido la noción del tiempo, veía el reloj en la pared y no podía creer que eran ya las doce del día. Yuugo y Lucas puede que ya estuvieran en el colegio a la espera del partido. La verían, a ella y a sus ojos hinchados como sapos. Su padre la conocía, sabía cuando mentía y Emma era consciente de que sus mentiras eran terribles cuando se trataba de su padre. Se quejó tapando sus ojos, pensando que quizás así dejarían de picar y arder.

     Se arrepentía tanto de haber llorado más de diez horas seguidas. Era tan tonta, ¿por qué no le había dicho todas las cosas que sentía a Norman? De una forma decente, claro. Quizás las cosas habían sido de una forma totalmente diferente si hubiera actuado con la cabeza fría. Ray le diría ahora que es una tonta, Sabina que era una burra y Akame que había hecho bien en dejar a Ratri.

     ¡La peor parte de todo eso es que todos tenían razón!

     —¿Emma? ¿Qué haces aquí? —quiso morir tan pronto como escuchó la voz de Austin.

     Por consecuencia estaría Ritter Knutsson a su lado.

     El amigo de su padre.

     —¡Hola! Jaja, t-tengo alergia —se levantó de la camilla en la que se había tirado, viendo como ambos parecían perturbados de sus ojos. —N-no coman algo si saben q-que son alérgicos...

Albine Snake [NorEmma AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora