"La belleza de Apolo oculta sombras más profundas que el ocaso, donde su luz se desvanece en secretos que la lira no puede revelar."
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━━━Apolo — Minho
━━En tu inocencia y belleza yace un encanto tan irresistible que podría perderme en tus ojos por la eternidad, deseando descubrir cada faceta de tu ser divino.
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━━━Dios de los amores
Juveniles — Jihun━━La inocencia es mi guía, pero el miedo acecha en las sombras, recordándome que incluso los corazones puros deben enfrentar la oscuridad.
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En lo más profundo del Monte Olimpo, donde las nubes se entrelazan con la eternidad, Afrodita, la diosa del amor y la belleza, presidía un ritual ancestral. En el centro del círculo de dioses reunidos, un joven omega yacía rodeado por una luz rosada y suave, emanando una tranquilidad que parecía bendecir cada rincón de aquel sagrado espacio.
Jihun, el último hijo adoptado de Afrodita, había sido encontrado años atrás como un bebé humano abandonado en el corazón de un bosque encantado. Desde entonces, la diosa lo había criado con amor maternal, sabiendo desde el primer momento que él estaba destinado a algo más que la vida mortal.
El ritual para convertir a Jihun en el Dios de los Amores Juveniles estaba llegando a su culminación. Los dioses jóvenes observaban con admiración mientras la esencia divina se asentaba en el cuerpo del omega, transformándolo en un ser celestial. Cada uno de ellos deseaba ser el primero en ofrecerle su amistad y compañía, pero ninguno como Eros, el dios del amor pasional y hermano de Jihun, quien veía con orgullo y ternura el florecimiento divino de su querido hermano menor.
Cuando la luz finalmente se disipó, dejando a Jihun bañado en una aura de pureza y belleza incomparable, los jóvenes dioses no pudieron contener su emoción. Se acercaron uno por uno, ofreciendo elogios y juramentos de lealtad eterna, cautivados por la inocencia radiante del nuevo Dios.
—Madre —susurró Jihun, dirigiendo su mirada a Afrodita con gratitud y asombro—, ¿soy realmente un Dios ahora?
Afrodita sonrió con tristeza y orgullo, ocultando los celos que palpitaban en su corazón. Ella había encontrado a Jihun en un momento de soledad divina, y aunque lo amaba como a ningún otro, sabía que su destino trascendía el afecto materno. No podía retenerlo para siempre.
—Sí, mi querido Jihun —respondió con voz suave, acariciando su mejilla con ternura—. Eres el guardián de la pureza y la juventud del amor. Tu corazón es libre de las pasiones que los dioses mayores conocen. Pero ten cuidado, mi amor, la belleza que ahora posees puede despertar envidia en otros.
Jihun asintió con seriedad, consciente de que su inocencia era tanto su mayor virtud como su mayor vulnerabilidad en el reino divino. Mientras los dioses jóvenes continuaban rodeándolo con admiración, él se aferró a la promesa de proteger la pureza del amor juvenil.
Sin embargo, entre los espectadores había uno cuya admiración no era tan benigna. Deimos, el dios del terror, había concebido un plan oscuro para capturar a Jihun y usar su inocencia como un arma en sus intrigas. En un momento descuidado, Deimos se abalanzó sobre Jihun desde las sombras, intentando arrastrarlo lejos de la multitud hacia la oscuridad de los bosques cercanos.
Jihun, sintiendo el repentino agarre de Deimos, dejó escapar un grito sorprendido y luchó por liberarse.
—¡Déjame ir! ¡No sé qué quieres de mí!
Deimos sonrió con malicia mientras forcejeaba con el omega.
—Eres un premio demasiado valioso para dejarlo pasar, pequeño Jihun. Ven conmigo y verás qué tan divertido puede ser el mundo más allá de estos jardines.
Desesperado por escapar, Jihun logró zafarse de las garras de Deimos y corrió hacia el santuario más cercano que pudo encontrar: el antiguo templo de Apolo. Con el corazón latiendo desbocado, Jihun se adentró en el templo, donde reinaba un silencio sagrado. El aire estaba impregnado con el aroma de incienso y el suave eco de la lira de Apolo resonaba en las paredes antiguas.
Apolo, el dios de la música y la luz, estaba apartado de la festividad, inmerso en la serenidad de su música. Sus dedos ágiles acariciaban las cuerdas de la lira con gracia divina, y su mirada dorada se posó suavemente sobre Jihun mientras este entraba.
Jihun, jadeando por el esfuerzo y con los ojos llenos de lágrimas, se acercó temerosamente al dios que tocaba la lira.
—Por favor... ayúdame. Deimos... él... intentó...—su voz se rompió en las ultimas palabras ante su llanto.
Apolo detuvo su melodía con un gesto suave y miró a Jihun con compasión.
—Tranquilo, joven dios. Estás a salvo aquí —extendió una mano reconfortante hacia Jihun, invitándolo a sentarse a su lado.
Jihun se dejó caer junto a Apolo, sintiendo un alivio inmediato en la presencia calmante del dios. Sus ojos curiosos se encontraron con los de Apolo, y una extraña calidez llenó su corazón.
—Gracias... no sé qué habría pasado si no hubieras estado aquí.
Apolo sonrió con ternura, pero bajo esa sonrisa había algo más, algo que Jihun aún no podía discernir. Continuó tocando la lira suavemente, observando al omega con una fascinación silenciosa.
Para Jihun, Apolo representaba un refugio de paz y seguridad en medio del caos repentino. Sin embargo, lo que Jihun no sabía era que en los dominios de los dioses, incluso la serenidad podía ocultar los secretos más oscuros.
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Segundo libro de la saga
"Dioses" El primero es Ares.
Y sí todos están conectados.
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Apolo² | Minho & Male Oc
FanfictionEn el monte Olimpo, Jihun, el joven Dios de los Amores Juveniles, es conocido por su inocencia y amabilidad, despertando la admiración de todos a su alrededor. Sin embargo, su corazón puro comienza a latir por Apolo, el Dios del Sol, cuya luz brilla...