La siguiente semana...

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Su madre solía repetirle muchas veces que existían mujeres para todos, al igual que hombres para todo, para divertirse, para una sola noche y para enamorarse y según las palabras de todos a su alrededor, ella era el tipo de mujer de la cual podrías enamorarte y desear un compromiso. Pero había un problema.
Y es que ya nadie parecía estar dispuesto, los chicos de su edad buscaban solo una cosa...ya nadie estaba dispuesto a amar de verdad.

Aunque probablemente...él fuera una excepción

La noche del beso no pudo dormir.

Repasa a en su cabeza una y otra vez la escena, la cercanía con Adrián y cómo su cuerpo parecía completamente dispuesto a entregarse al otro.

El de ambos.

Trago saliva y se movió en la cama, buscando una posición más cómoda para dormir, cerró los ojos pero las sensaciones seguían demasiado frescas dentro de su juvenil mente.

Tal vez ese era el delirio del amor y jamás lo había experimentado de forma tan consiste, pues lo único que sabía era que quería estar junto con Adrián, acurrucada entre sus brazos y siendo cobijada por su voz varonil. La sola imágen que dicho pensamiento trajo consigo la hizo retorcerse sobre el colchón por pura emoción, sonrió ampliamente antes de cubrirse de pies a cabeza con la sábana de la cama. No podía creer que de verdad estuviera sucediendo algo así, no porque Adrián fuer una especie de Dios, o fuera el único hombre en el mundo...solamente que él le gustaba demasiado y la diferencia de edad ya era bastante notoria cono para que la tomara enserio. Sin embargo si estaba pasando y por fin podía comentarle sus sentimientos sin sentirse abrumada por la opinión pública.

Ellos se querían y eso era lo único que le importaba realmente.
Y ahora podía estar mucho más tranquila, después de averiguar quien era el responsable de enviarle flores desde esa noche del 2 de noviembre. Cerró los ojos una vez más, para recordar como sucedieron las cosas.

El número uno:
"Esa mañana abrió la puerta de su casa, esperando encontrarse quizás a su padre que había olvidado las llaves, otra vez, sin embargo, la voz de una mujer, preguntando si ella era la señorita Helena, la dejó por un momento sin muchas palabras para decir, en las manos de la joven, reposaba un ramo, uno grande y bien hecho, las flores en el tenian brillantina y una linda mariposa dorada, a Helena le pareció un detalle muy lindo, justo a un lado de las flores, se alcanza a a leer en letra cursiva: "para la más bonita" y a un lado, un corazón.

—¿D-disculpe?—era temprano, así que sus padres no estaban en casa.
—¿Usted es la señorita Helena?—volvió a preguntar, con voz melosa.

—Si, soy yo, pero creo que...

—Hay alguien que le envía esto—la mujer le puso el ramo de flores entre las manos y Helena solo pudo sostenerlo sin entender mucho que estaba pasando.

—Podría decirme, ¿de parte de quién son?—la chica le sonrió, cómplice ante aquella travesura.
—El jóven me pidió que no le comentara eso, una disculpa, pero si le gustaría saber que flor le gustaría la próxima vez—Helena levantó una ceja, algo extrañada.

—Me agradan más las peonias—musito, emocionada por el misterio de aquel presente.

—Tiene gustos algo caros—comentó la mujer, después tomó el teléfono y le sacó una foto a Helena con el ramo ya en su posesión, después se marchó en un auto color gris.

Helena entró a la casa, y se dedico a mirar un rato aquel presente antes de meterlo en un florero y llevarlo hasta su habitación, lo colocó en su escritorio, se preguntaba, quién habría sido.

Delirios Juveniles #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora