Cinco años después de Amanecer, las cosas parecen ir relativamente bien tanto para la familia Cullen como la manada de los Quileute.
Sin la amenaza constante de Aro y el resto del clan Vulturi, se podía respirar la paz y la calma en el ambiente.
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EL SOL COMENZÓ A OCULTARSE tras una gruesa capa de nubes grises, sumiendo el cielo de First Beach en una penumbra prematura. La brisa salada que había sido agradable durante la tarde se tornó más fría y cortante, anunciando la tormenta que pronto azotaría la costa.
Seth exhaló suavemente, sintiendo la humedad del aire pegándose a su piel. Aunque adoraba La Push, no podía negar que su clima caprichoso a veces arruinaba los planes al aire libre. Como ahora, que todos tuvieron que retirarse antes de lo previsto.
Sin mucho más que hacer, Seth decidió acompañar a Jacob a llevar a Nessie de vuelta a la casa de los Cullen. La idea no le molestaba en lo absoluto; hacía bastante tiempo que no visitaba a la familia de vampiros y, además, tenía un favor que pedirles, especialmente a Edward.
El trayecto en el Golf de Jacob fue tranquilo, con Nessie tarareando suavemente la melodía de una canción desconocida para Seth. Él se limitó a mirar por la ventana, observando cómo la carretera se sumía en la oscuridad a medida que el bosque espeso los rodeaba.
Cuando el auto se detuvo frente a la enorme casa blanca de los Cullen, apenas habían bajado del vehículo cuando un borrón oscuro apareció frente a ellos.
— Seis a dos — anunció Emmett con una enorme sonrisa de autosuficiencia, cruzándose de brazos frente a Jacob —. En tu cara, cachorrito.
Jacob arqueó una ceja y le dedicó una sonrisa socarrona.
— No cantes victoria tan rápido, Em. El partido recién empieza.
Emmett soltó una carcajada.
— Sigue soñando, Jake. Mi equipo hará picadillo al tuyo.
Ambos se miraron fijamente durante varios segundos, con esa intensidad competitiva tan propia de ellos. Luego, sin previo aviso, se echaron a correr hacia la casa, desapareciendo en el interior en cuestión de segundos.
Seth y Nessie intercambiaron una mirada antes de que ella suspirara con fingida resignación.
— Hombres... — murmuró, sacudiendo la cabeza con una sonrisa divertida.