Bien, pensé. Tras el orgasmo y los minutos de preparación, aun a pesar de seguir excitada, su sexo necesitaba ser lubricado. Acababa de hacerlo, pero me moría de ganas de volver a visitarlo. Intentó detenerme tímidamente, pero el fin era humedecerla y me tomé mi tiempo besando sus muslos, acariciando sus pechos con mis manos y lamiendo sus labios, y esta vez sí eran los inferiores. Capa por capa, con suavidad y una lengua enérgica que comenzaba a sentir de nuevo el brote de su humedad. En cuestión de momentos se inundó y de inmediato me aferró del brazo y tiró de mí hacia arriba. Quería que la penetrara con todas mis ganas y, aunque no lo dijo, sus ojos me miraron desafiantes. Sus manos acariciaban mi rostro con pasión y sus piernas volvieron a darme una bienvenida que esta vez no decliné.
La miré a los ojos de nuevo y ardí en deseos. Encontrarse con una mujer que desee que entres dentro de su ser, de su alma y de su cerebro es algo indescriptible. Sentir esa conexión que hace que cada momento sea único, desear que nunca termine, rogar para que se cree un tiempo-espacio infinito en los asientos traseros del coche para volver a repetirlo una y otra vez. Sin descanso, solo pasión y desenfreno. En eso piensa un hombre cuando está con una mujer que no solo ofrece su cuerpo, sino que lo ofrece todo. En eso pensamos cuando sentimos una profunda conexión mental y pasional con otra persona. Y que una mujer consiga que un hombre anhele quedarse toda la noche con ella, y la mire a los ojos como yo la miraba a ella mientras la follaba, eso es tan escaso como ver copos de nieve cayendo en verano.
Una vez tras otra, mis acometidas eran recibidas con placer por
__, que cerraba los ojos mientras se acariciaba los pechos y me invitaba a mí a hacerlo. Arrastrado por el éxtasis, me faltaban manos para tocar todo su cuerpo, así que llevé mi cabeza hasta su cuello para que mi boca me ayudara a llenarme de ella. Un deseo irrefrenable que acabaría con nuestros cuellos marcados, rojeces por la espalda, piernas y cualquier otra parte de nuestros cuerpos. Heridas de guerra de una noche increíble.Es indescriptible narrar lo que uno puede sentir en un estado en el que abandona toda conciencia de lo que se es y se deja llevar por los instintos más primarios. Se lame, se besa, se muerde, se come, se embiste, se gruñe, se gime, se toca, se aprietan los dientes, se revuelve, se comba, se araña, se ponen los ojos en blanco, se grita, se maldice, se susurra al oído, se acompasa el ritmo, se acelera, se alcanza el éxtasis y finalmente se alcanza un orgasmo brutal que hace que cueste respirar y que el aroma a sexo te embriague.
—¡Joder! —solté exhalando todo el aire que me quedaba, que era más bien poco.
Ella no dijo nada, se quedó allí tumbada conmigo encima, respirando mientras jugueteaba con mi pelo. Besé su cuello con delicadeza y gruñó como un gatito. Me veía venir.
—¡Para Bakugou! —dijo esbozando un tímido gemido.
—No puedo —contesté mordiendo mientras situaba mi cabeza entre sus pechos. No habrá nunca mejor sitio para colocarse que ese. Jamás.
—Me has puesto muy cachonda, ¿esto es lo normal en ti Bakugou?
—No sé —intenté encogerme de hombros, pero como no podía negué con la cabeza entre sus pechos y la hice sonreír—. Hacía tiempo que no lo hacía. Supongo que no es normal, pero más cachondo me has puesto tú a mí __. No sé si podría hacerlo mejor.
—Me tiembla todo el cuerpo —aseguró—. Eso es que lo has hecho genial.
—Igual es el coche, que es pequeño.
—Eso tiene arreglo —sonrió con picardía—. Ahora es verano y mi familia está aquí, pero cuando volvamos a casa, a partir septiembre, podré bajarme sola cada fin de semana.
—¿Y querrás bajar? —pregunté irónico.
—A ver si subes algún día tú también Bakugou.
—Lo haré, pero no tengo casa —contesté sacándole una lengua que no tardó en ser cazada con su boca. De paso me di cuenta de que algo por allí abajo volvía a animarse de nuevo.
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𝙾𝙽𝙴 𝚂𝙷𝙾𝚃𝚂 𝙼𝙷𝙰 𝚇 𝙾𝙲
Lãng mạn𝐹𝑎𝑙𝑡𝑎𝑠 𝑂𝑟𝑡𝑜𝑔𝑟𝑎𝑓𝑖𝑐𝑎𝑠 𝐸𝑠𝑐𝑒𝑛𝑎𝑠 +18 𝑆𝑒 𝑇𝑜𝑐𝑎𝑛 𝑡𝑒𝑚𝑎𝑠 𝑑𝑒𝑙𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑆𝑒 𝑎𝑐𝑒𝑝𝑡𝑎𝑛 𝑝𝑒𝑑𝑖𝑑𝑜𝑠 𝐷𝐼𝑆𝐹𝑅𝑈𝑇𝐸𝑁