Ser adolescente es como si varias dagas te atravesaran la piel, los huesos, los tejidos, hasta llegar al corazón. A veces crecemos tan rápido que no disfrutamos de la niñez, aquello que se encierra en un frasco sin siquiera saber bien el por qué, y cuando queremos soltarlo, nos miran mal, o tal vez así lo sentimos. Enamorarse es lindo, pero doloroso, y más cuando estamos aprendiendo a amar. Aquel que pensamos amar nos lastima tanto, que nos aleja de lo lindo, del amor en familia, amistades, o romances, A veces a quien amamos no es alguien romántico si no amistoso o familiar, nos lastima sin pensar en nuestros sentimientos, y como no sabemos lo que es el amor, pensamos que esa es su forma de amar. Tenemos que aprender a madurar tan rápido que a veces no podemos sentir, y cuando queremos sentir, sentimos tan fuerte que lastimamos al otro, y nos terminamos lastimando a nosotros. Aunque somos adolescentes somos débiles, indecisos, sentimos muchísimos más fuerte, no sabemos controlarlo, no sabemos ni cómo cuidarnos, pero queremos cuidar a los demás.
"Ser llorona no me molesta, ser enojona no me molesta, no me importa, ¿por qué debería?" Es una mentira, me duele tanto, simples palabras no arreglan mi corazón y el daño que le hicieron, y me parece perfecto, no debo sanar rápidamente, me tomaré el tiempo que sea necesario. No quiero ir a un psicólogo, pero debería, mis peluches se están cansando de escucharme. La terapia no me ayudaría, pero yo si ayudaría en una terapia, o eso creo, escucho los problemas de los demás, pero los míos ¿Quién los escucha? Tengo a tanta gente a mi lado y sigo sintiéndome tan vacía, como si me faltara ese alguien que probablemente ya tenga.