ONE AND ONLY

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Becky se sentía muy tranquila.

No sabía en donde estaba, pero podía sentir una paz rodeándola. No sabía si era porque estaba en el bosque o porque había un silencio absoluto.

Tal vez los rayos del sol la hacían sentir cómodo, pero de algo estaba segura.

Se sentía en casa.

Todo era tan tranquilo que no se dio cuenta que estaba en su forma lobuna. No sabía en qué momento se había transformado, pero podía sentir sus cuatro patas moviéndose a quien sabe dónde.

Algo dentro suyo llevándola a un lado específico, sin estar consiente completamente, pues solo avanzaba sin pensarlo.

Un olor hizo que arrugara su nariz, no era desagradable, de hecho, le llamaba muchísimo la atención; y lo sentía conocido.

Un camino de tierra se vio, este llevaba a una corriente de agua. Pero lo que más le llamo la atención, fueron unas huellas en la tierra.

Unas cuantas de ellas eran grandes, como las de un lobo adulto, pero las demás eran muy pequeñitas.

Como las de un cachorro. Y no eran de solo uno, eran de una camada, tal vez, tres, o dos como mínimo.

Eso le pareció curioso.

Su cola inevitablemente se comenzó a mover de un lado a otro, y bajaba y subía las orejas en confusión.

Su mirada recorrió todo el lugar y cuando vio un lobo un poco más pequeño que ella, de color blanco, supo quién era.

Su omega estaba acostada en un árbol, al frente de un pequeño río que había allí. Parecía igual de tranquila que ella, y no sabía si estaba durmiendo o solo estaba descansando mirando la naturaleza.

Con lentitud se fue acercando, sintiendo cada vez más cerca el olor característico de Freen. Galletas, como si recién estuvieran salidas del horno.

Su lengua salió cuando la omega notó su presencia, se acercó con seguridad y cuando estuvo enfrente del lobo blanco, lamió el hocico de este, en muestra de cariño.

Freen pareció satisfecha con ello. Recargándose en su pecho.

Becky podía sentir a su loba contenta por tener ese tipo de contacto con su omega.

¿La evidencia de ello? Su cola moviéndose.

Comenzó a dejarle muchos besos, olfateándola muy de cerca, incluso en el cuello, donde estaba su glándula de olor.

Quedo estática por unos segundos. Algo le llamo la atención.

Había un leve olor a leche en su omega. Los latidos de su corazón aumentaron. Sus ojos brillaron y luego, la luz apareció.

Parpadeó varias veces.

La luz del sol entraba por su ventana y le estaba dando justo en la cara. Era una de las desventajas de dormir de ese lado. Pero prefería que los primeros rayos de luz le dieran a ella, en vez de a su omega.

Al parecer, todo había sido un sueño, pues estaba en su cama, siendo abrazada por su pareja y omega. La podía sentir a sus espaldas, intentando ser la cuchara más grande y fallando por unos centímetros.

Freen nunca alcanzaba a taparla completamente. Todo lo contrario a ella. Rio en voz baja, dándose la vuelta lo más despacio posible para no despertarla.

Cuando la tuvo enfrente, Freen mantenía su rostro relajado. No pudo evitar dejarle un beso en la frente por lo linda que se veía, aliviada de no haberla despertado al moverse. Pero tampoco era nada extraño. Freen tenía un sueño profundo. Era buena para dormir hasta tarde, porque siempre se dormía a las tres de la mañana. Todas las noches sin falta.

Footprints「 Freenbecky」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora