Si gente, segunda parte del libro "Okey Mommy"
Este libro es una continuación de la historia antes mencionada (misma que se encuentra en este mismo perfil.
Volvemos a esto y con todo gente.
Un par de niños corrían de un lugar a otro, ellos eran ___ Akido y Kagaya Ubuyashiki, dos pequeños algo traviesos para sus roles; el joven tendría que asumir su lugar como cabecilla de la cofradía de demonios mientras que la pequeña Akido tendría que convertirse en esposa de un magnate, de esta forma y a escondidas ella criaría a la futura generación de espadachines destinados a los pilares.
Durante generaciones a sido así, una alianza entre familias sellada en papel; la familia Akido, conocidos por todos como aquella familia con mejor genética, los hombres tenían grandes dotes en todo tipo de lucha, un manejo impecable de armas y un gran conocimiento en todo tipo de artes; las chicas por su parte eran poseedoras de belleza envidiable, una melodiosa voz y un gran dote económico, no importaba si eras hombre o mujer, estabas destinado al éxito si pertenecías al poderoso clan.
Son estas mismas características las que habían llegado a oídos del antiguo cabecilla de la cofradía, quien por cosas del destino salvó al tatarabuelo de ___, quedando así en una alianza más fuerte que el tiempo y los demonios.
— Yo no me quiero casar — dijo en un puchero ___ — Dime Kagaya-san ¿Te parece justo?
— Para nada, pero... Si es nuestro destino ¿Qué podemos hacer?.. — suspiró derrotado el pelinegro.
— Ya se... Cuando seamos mayores y tu seas el más poderoso de la cofradía ¡Yo seré tu protectora! — gritó la chica emocionada.
Las risas de aquel pequeño chico no se hicieron esperar, en varias ocasiones pensó en abandonar su destino, tal como ___ quería hacer, aunque al enterarse ambos que la enfermedad de la familia los afectaría, sus planes cambiaron por completo, aunque lo central se volvió una constante... La primogénita del clan Akido sería la protectora del cabecilla de la cofradía.
— Está bien... Ayudaremos a todos los posibles y nos cuidaremos entre ambos — dijo el muchacho con su voz tranquila y serena.
— ¿Juntos para siempre? ¿Es una promesa? — añadió la pequeña levantando su dedo meñique.
— Es una promesa — el contrario correspondió el acto, sellando así sus lazos de amistad.
