Deja de pensar demasiado

Capitulo 5. Actitudes recién descubiertas y regulación emocional.

En este libro, hemos analizado el problema del pensamiento excesivo (que en realidad es un problema de ansiedad) desde varios ángulos diferentes y hemos considerado soluciones que van desde la gestión del tiempo y los factores estresantes de la vida hasta el control de tus propios pensamientos y emociones, para reducir la tensión literal y el estrés en tu cuerpo.

El objetivo de todo esto es no solo aprender algunos consejos y trucos en el momento (aunque son útiles), sino convertirse en una persona completamente nueva: el tipo de persona que está tranquila, en control y enfrenta la vida con toda la confianza de alguien que conoce su corazón y su mente, y tiene un dominio silencioso sobre ambos. ¿Cuál es realmente la diferencia entre una persona abrumada por un pensamiento excesivo negativo y alguien que puede enfrentar cualquier desafio y tensión con una compostura resistente? Se trata de actitud.

Este capitulo recopila el espíritu de las técnicas que describimos anteriormente, para reunir en un solo lugar una mentalidad y una perspectiva que pertenecen a la persona no ansiosa. Es un «manifiesto» de cinco pensamientos o, más exactamente, actitudes. Siempre puedes elegir ser más consciente y siempre puedes elegir hacia dónde dirigir tu conciencia. La esperanza es que, cuando se practican con regularidad, las técnicas de los capítulos anteriores conduzcan naturalmente a estas actitudes.

Actitud 1. Concéntrate en lo que puedes controlar, no en lo que no puedes

El pensamiento excesivo ansioso ocurre cuando nos sentimos impotentes y fuera de control. Cuando enfocamos nuestra conciencia en aquellas cosas que están fuera de nuestro alcance de control, naturalmente nos sentimos impotentes.

Ignoramos todas las formas en las que tenemos libertad para hacer cambios y, en cambio, nos detenemos en aquellas cosas que nos angustian.

Es como empujar contra un bloque de piedra inamovible: empujar no te lleva a ninguna parte y solo te agota y desmoraliza. Si no se puede mover, no se puede mover. Entonces, ¿por qué desperdiciar energía y atención en eso? ¡Por qué desperdiciar esfuerzo, especialmente cuando ese esfuerzo podría ir a otro lugar donde tiene una posibilidad real de hacer un cambio!

Es cierto que a veces tu alcance de acción es muy limitado y es posible que solo tengas a tu disposición dos opciones que realmente no te gusten. Aun así, tienes una opción. A menudo, lo único que puedes controlar es a ti mismo, ¡pero eso es suficiente! Por ejemplo, tienes un pequeño accidente automovilistico en la carretera, debido completamente a la negligencia del otro conductor, que estaba enviando mensajes de texto, y ahora lo niega y, en cambio, quiere gritarle por ser un idiota.

Es humano dejarse llevar por el miedo, la ira o la infelicidad en momentos como estos. Pero ¿qué logrará realmente enfadarse? Sigue a los estoicos y acepta con gracia lo que no está en tu poder de cambiar. Es mejor gastar tu energía en obtener rápidamente los detalles del seguro y encontrar formas de salir de la situación lo más rápido posible para que puedas reparar tu automóvil. ¿Está equivocada la otra persona? Si. ¿Es molesta, estresante y terrible?

Probablemente. Pero no es necesario que recojas ese estrés. Puedes negarte a morder el anzuelo, ignorar sus insultos y actuar de manera práctica y sin estrés.

Actitud 2. Concéntrate en lo que puedes hacer, no en lo que no puedes

Esto nos lleva a la siguiente actitud central. La ansiedad y el pensamiento excesivo tienen una característica peculiar: todo es abstracto, interno, vago.
Se trata de posibilidades, miedos, qué pasaría si, recuerdos y conjeturas, nada más sustancial que el aire, cuando lo piensas.

Si piensas así, naturalmente puedes sentirte sin poder, como si solo estuvieras alli para presenciar pasivamente el mundo que te rodea y rumiar sobre él, en lugar de reconocer tu poder para ser un participante activo. A veces, cuando nos sentimos abrumados por un pensamiento excesivo estresante, es porque tenemos miedo de actuar, o sentimos que no podemos actuar, o no reconocemos que podemos e incluso debemos actuar.