Se mantuvo despierta toda la noche, se alarmaba de escuchar quejidos por parte de su compañera que dormía en el sillón junto a la peliblanca. Eris sintió tanto alivio que ambas estuvieran a salgo, especial Verena, no podría con la culpa de que un bebé creciera sin sus padres.
Se levanto de aquel lugar cómodo al reflexionar por esto último, sabía que si Tom creía que alguien era una amenaza buscaría en mar y tierra para asesinarlo.
Se sentó más cerca de la chimenea donde las llamas consumían la leña, pronto amaneceria por lo que debía de tomar una decisión. Un leve sonido la saco de sus pensamientos, Verena la observa preocupada.
Sin ninguna palabra se levantó colocándole una manta en loas hombros, se vieron para abrazarse por estar vivas. Al alejarse Eris paso su mirada por el cuerpo de la mujer.
-¿El bebé esta bien?- jugó con sus manos temiendo una respuesta negativa.
Su compañera le sonrió asintiendo con la cabeza, paso sus manos nooo su cuello mostrando un delicado relicario que se lo extendió a su amiga.
-Siempre crei que era un niño, sin embargo una bella princesa se robó mi corazón- la peliblanca sonrió de ver la fotografia de una pequeña bebé.
-Tiene tus ojos- susurro. Ambas quedaron en un silencio cómodo, la peliblanca soltando un último respiro se levantó. -Duerme, volveré más tardé-
Camino por los pasillos donde los recuerdos la atormentaban. Corriendo salió topandose con una tormenta que empató su cuerpo enseguida, su mente gritaba que debía de terminar con esta tontería. Solo volteo por inercia, en la puerta Verena la miraba con lágrimas.
-¡Ten cuidado!- le dio una sonrisa triste - Mi pequeña Iris tiene que conocer a su madrina-
Eris paro enseguida de escuchar aquello, siempre espero esas palabras por parte de Petunia. Le dio a esa pequeña un nombre igual al suyo, con determinación corrió hasta donde se encontraba la mujer, la tomó de la abrazandola, la dejo para correr por los pasillos hasta cierta estatua. Podía ayudar de otras maneras a la orden.
Atravesó el campo hasta llegar al bosque. Apareció en su mansión, se escabullo por los árboles temiendo activar alguna alarma. Con la varita lista entró por una ventana a la mansión, parecía vacía. Subió hasta su habitación, Asmodeus fua a su búsqueda.
-Ven conmigo- le extendió el brazo donde el reptil se enrosco. Lo convirtió en su collar, tomó su bolso llenando los de pociones, ropa y otras cosas.
Al pasar por una ventana retrocedió, creyó a ver visto mal. Afuera en ese gran patio estaba Snape con la mirada puesta en esa ventana. Comenzó a caminar hacia ella, la peliblanca viendo aquel anillo en su dedo suspiro.
No se ocultaria, salió sin miedo en sus rasgos. Mirada gris chocó con una más oscura, rápidamente el primer rayo trato de impactar en su pecho, logró esquivarlo con un escudo. Otra luz impacto en un árbol cambiando de dirección hasta el costado de la mujer. No lo evitó del todo, una línea fina de sangre se mostró en su ropa.
A pesar de todo no levantó su varita para contraatacar.
-Si vas a matarme Snape, hazlo bien- dijo sin levantar la voz, arrojó la varita al suelo. Saco de su bolso una fina navaja que arrojó a los no les de su esposo. -No me arrepiente de lo que hice- sonrió -Sentí mucho placer matar a ese asqueroso muggle-Snape la alcanzó tirandola al suelo con fuerza, una mano comenzó a cortar la respiración de Eris.
-¡Eres una maldita perra!- las palabras no la alteraron tanto -¡Mataste a mi madre!- su esposa cambio su mirada a una de confusión que se cambió drásticamente a una pr9funda tristeza.
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¡Algo mas sencillo que la vida!
RandomLo que mas la lastimo no fue el rechazo, las traiciones, ni siquiera el dolor. Fueron sus propias acciones, juro nunca ser un monstruo pero hasta el ser vivo mas vulnerable sabe cuando debe mostrar su garras para sobrevivir.