13. Bestia

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El plan de Tzuyu parece haber salido a la perfección. Ambas mujeres tenían bajo su merced a sus parejas, quienes no podían resistirse a sus besos por más que sus pensamientos le recriminaban que no era lo correcto.

Para la tranquilidad de Sana, Tzuyu se separó de sus labios, manteniendo esa sonrisa tan tierna y juguetona. La castaña tenía su corazón acelerado y tenía los ojos cerrados, tratando de tranquilizarse.

Volvió a temblar cuando Tzuyu acarició sus labios con suavidad, observándolos. Se veía tranquila a comparación con ella.

—¿Por qué? — preguntó Sana en voz baja. Tzuyu inclinó la cabeza a un lado, no entendiendo su pregunta — Cada vez que me besas, no puedo sólo alejarme, ¿Por qué? Es como si no tuviera control de mi propio cuerpo — Tzuyu solo sonrió, admirándola.

—Es porque tu cuerpo sabe a quién pertenece — Sana volvió a ponerse nerviosa al sentir los dedos de Tzuyu sobre la piel de su vientre — Si deseo, puedo hacerte el amor ahora mismo.

Los ojos gatunos de Sana mostraron preocupación, haciendo reír levemente a Tzuyu, quien quitó su mano del vientre de Sana, volviendo a cubrirlo con su propia ropa.

—Pero tranquila, sé que aún no estás lista. Tu cuerpo ya reacciona a mi presencia — llevó su mano al centro del pecho de la castaña — Sólo falta que tu corazón también lo haga — sonrió.

La castaña la miraba ahora a ella, preguntándose si Tzuyu ya comenzaba a adueñarse de sus sentimientos también o sólo era el toque de sus manos a su cuerpo. El temor volvió a invadirla cuando el latido de su corazón iba en aumento al percatarse de su cercanía. Tzuyu vio dudosa su pecho, percatándose de aquello. Quiso acercarse para escucharlo, pero Sana reaccionó de inmediato, pegándole un rodillazo en su zona baja.

Tzuyu cayó a un lado de la cama.

—Pero...— Tzuyu volvió a perder el aliento — ¿Ahora qué hice? — su voz temblaba mientras seguía echa bolita en suelo, sujetándose la parte afectada.

—¡Por besarme sin mi permiso! — respondió nerviosa — ¡Ahora vete! — se cubrió con las sábanas hasta la cabeza, avergonzada — Y trae a Nayeon de vuelta, seguramente se quedó hablando con Jihyo.

—Está...— gimió adolorida al momento de levantarse — Está bien, sólo quería intentar dormir a tu lado, sabes que me gusta abraz- — un gemido se escuchó tras la otra pared de la habitación.

Sana quedó extrañada al igual que Tzuyu, destapándose. La castaña se levantó alertada por lo que acababa de pensar.

—Lo que pasa conmigo cuando me besas, ¿Tambien ocurre con las demás parejas de lobos? — preguntó rápidamente.

—Sí...— respondió extrañada.

—Y Jihyo también va a respetar a Nayeon, ¿Cierto? — preguntó esperanzada, pero ver la cara perpleja de Tzuyu, le hizo temer por la pobre de su amiga.

—¡Nayeon! — salió paranoica.

—¡Jihyo! — corrió detrás de ella — ¡No lo hagas!


(...)


Jihyo terminaba de quitarse su polera cuando Sana la tacleo de lado, las dos cayeron ruidosamente al lado de la cama.

—¡¿Pero qué haces?! — Jihyo recibía manotazos por parte de la castaña, quien estaba sobre ella mostrándose molesta — ¡Detente! — gruñó con enfado.

—¡Con mi Yeonnie nadie se mete! — la pelinegra cambió el color de sus ojos a unos rojizos, intentado controlarse, estaba enfadada por la interrupción de la castaña.

Una loba como mascota - SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora