INBOX #1

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Unas palabras del Autor

Agradezco al Señor del Fuego por considerarme, por permitirme ser quién le brinde la oportunidad a estos relatos de trascender y no perderse entre las muchas entradas de un foro, un blog o un post de redes sociales. Así mismo, le doy las gracias a cada uno de sus seguidores, sobre todo, aquellos que depositaron su confianza y compartieron conmigo una parte de su intimidad.

Traté de mantenerme lo más apegado posible a losargumentos de las historias originales. No obstante, con el único fin desalvaguardar la identidad de cada uno de los protagonistas de dichas historias,me aventuré a cambiar ciertos nombres, detalles y lugares. Sólo me restainvitarlos a descubrir estas experiencias de vida, que luego de transformarlascon mi pluma mágica, ahora las siento también como si fueran mías.Disfrútenlas.

Hola mi nombre es Gustavo, tengo 26 años y estoy por obtener el título de abogado penalista

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Hola mi nombre es Gustavo, tengo 26 años y estoy por obtener el título de abogado penalista. Me gusta jugar fútbol americano y hacer ejercicio. Soy un hombre que hasta hace poco se consideraba hetero, pero después de conocer a Mario, el primo de mi novia, ya no estoy tan seguro. Ella es la hija de unas amistades que mis padres han procurado mucho. El papá trabaja en el gobierno y la mamá en una trasnacional, entonces me dijeron que nunca viene mal el tener cierta ayuda, más ahora que iba a graduarme. Siempre supe que le gustaba a Mayte, sobre todo por mi físico, tengo cuerpo musculoso y buen rostro, además de ser amable y estudioso. Acabé siendo novio de Mayte apenas tuve los veintiuno. Fue más decisión de ella que mía, No fue mi primera mujer, pero al parecer sería la última.

Siempre me contaba cosas de un tal Mario, que era su primo. Se expresaba muy mal de éste, porque su padre los comparaba todo el tiempo, y nunca desperdiciaba la oportunidad de sugerirle que se hermanara con él. "Es un ejemplo a seguir", me decía burlándose de la "ignorancia" paterna; pero luego se expresaba con franqueza, "la verdad es un pobre estúpido pretencioso que se siente único y diferente. ¡Un pendejo! Si mi papá supiera lo que yo sé, dejaría de admirarlo tanto". Al principio no me importaba, del tiempo que llevábamos juntos, ya la conocía como era de caprichosa y voluntariosa; pero de tanto oírselo decir, un día le pregunté qué conocía sobre él. "Es maricón", me respondió, "Y sabes que mi papá no comulga con esos temas. Julio, otro de mis primos, el hijo de mi tía Rosa, me contó una vez lo vio salir de un antro gay y que un ex amigo de Mario le platicó que se citaba con otros para tener encuentros casuales. ¡Un asco el tipo!".

Ahí comprendí porque nunca se había atrevido a enterar a su padre, no tenía nada concreto más que sus celos y las habladurías. Entonces sucedió, Mario vendría a la ciudad a arreglar unos papeles. "Es nuestra oportunidad para desenmascararlo", me dijo, "yo adelantaré mi viaje a Puerto Vallarta para celebrarle el cumpleaños a Adriana, y tú te quedas a seducirlo, obvio será una trampa. Lo grabamos todo con el celular y cuando intente corresponderte, ¡lo atrapamos! Mi papá no podrá defenderlo con tales antecedentes". Sus ideas siempre resultaban absurdas, producto de una mente ociosa, además de poco cultivada. No obstante, le di por su lado, no me negué ni tampoco acepté. Pero ahí estaba en el aeropuerto esperando al primo, vestido con ropa demasiado llamativa para mi gusto; me sentía como un prostituto, con ese pantalón negro entallado y la camisa blanca de encaje.

Por InboxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora