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En un abrir y cerrar de ojos, la primera semana de tu primer semestre ya había pasado. Y, para ser honesta, fue una semana agitada. Incluso tú te sorprendiste de lo ocupada que estuviste todos esos días. Tanto así, que te tomaste el fin de semana para dormir y disfrutar la libertad que pronto te sería arrebatada de las manos.
Ahora era lunes otra vez, y volvías a caminar por los pasillos de tu facultad, escuchando en cada rincón una conversación diferente. Te diste cuenta que en el departamento de literatura todo el mundo hablaba muy fuerte, y no te molestaba, claro, no eras una maldita amargada. Simplemente no hacía falta saber los asuntos de los demás a primera hora de la mañana. Como lo de aquella fiesta de bienvenida que realizaron los de la facultad de artes, que te perdiste por preferir la comodidad y calidez de tu cama.
Era un tema un poco difícil de evitar, sobre todo porque tus nuevos amigos habían asistido, y no iban a dejar ir el hecho de que no aceptaste ir.
Ymir y Takeshi, a quienes conociste en las actividades de la semana pasada, cuando te llenaste de tareas e introducciones. No podían entender por qué no habías ido.
Porque esa es tu mentalidad ahora. Tu enfoque principal siempre fueron y serán tus estudios. Parecía que para ellos no era el mismo caso.
Pero, no es que no hubieras ido. La verdad, no perdías nada y no te molestaba en lo absoluto arreglarte e ir. Una fiesta no se le niega a nadie. Pero, es la universidad. Habrán un montón de esas mismas en los próximos años, es mejor no llorar.
Pero ellos no estaban dispuestos a dejarlo ir, o al menos Ymir. Mientras caminabas hacia la clase de Historia de la Literatura, la morena te regañaba con total naturalidad, y manteniendo su orgullo firme en cada palabra. Tú fingías desinterés, aferrando las cuerdas de tu bolso con una sonrisa imborrable. Eso solo parecía enfurecer más a Ymir.
— ¿Ves? Ella está comenzando a irritarme.
— Es solo una fiesta, Ymir. — murmuraste, agradeciendo con una sonrisa cuando la pecosa abre la puerta y se le adelanta al chico a su costado, quien se había quedado con la mano estirada. Su acto de caballerosidad había sido opacado por la irritada de Ymir, pero prefirió abstenerse de molestar e interrumpir lo que sea que estuviera haciendo.
— Bien, ¿eres de esas chicas? — te quedas mirando a la morena con una ceja alzada ante su pregunta, aún en la entrada del salón. — Lees todo el día, no bebes, "llevé mi libro a un concierto de One Direction porque no me interesan esas cosas".
Ante esa extraña comparación, estallaste en una carcajada, y tus facciones permanecen iluminando tu rostro hasta que caminas hacia tu pupitre. Ymir se sentó a tu lado, sin abandonar su expresión de fastidio y lista para continuar con su regaño.
— ¿Te terminas casando con Harry Styles? — bromea Takeshi, quien se sentó en la otra fila, pero seguía intentando participar en la conversación. Tu sonrisa se ensancha siempre que agregaba cosas al tema, tenía las mismas intenciones de hacer estallar a la castaña y se notaba en su cómplice sonrisa.
