Capitulo treinta y siete.

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Salí de mi habitación sin mirar la hora, se que es de madrugada y eso me basta.

Baje las escaleras y entré a la cosina en busca de una botella de licor de hadas, la tomé y subí nuevamente, está vez entré a la habitación de Katherine.

Y como lo suponía, está despierta.

Los Vampírico originales no duermen, así que supongo que los híbridos tampoco. Tome una silla y la arrastré hasta quedar al lado de su cama, mirándola.

Se ve tan indefensa, tan frágil. Sus ojos azules se ven opacos y puedo diferenciar varias motas en ellas, de no ser por la cercanía y mi visión nocturna, no las notaría. Tiene unas partes en morado oscuro, azul celeste, una clase de azúl eléctrico y también tiene una parte en rojo aunque está última es demasiado pequeña, diría que casi inexistente.

Abrí la botella y le di el primer trago rápidamente, el sabor dulce es algo muy bueno y mezclado con el sabor amargo de la sangre de duendes es....Divino.

-Katherine, vas a mejorarte, te lo prometo - susurré mientras tomaba, mire de reojo a Katherine y me di cuenta que ella estaba lo más alejada posible de mi, luchando para romper las cadenas - no se quien te mordió, pero ten por seguro, que mataré a esa persona.

La miré con nostalgia, jamás imaginé volver a presenciar algo así.

A medida que el tiempo pasaba, la botella se iba acabando hasta el punto donde solo quedaba la parte baja de la botella donde queda el licor concentrado.

Sonreí medio mareado y me tomé todo lo que quedaba de un solo trago. Intenté levantarme pero debido a la velocidad con que lo hice, casi me caigo hacia delante.

Miré a todos lados y con la flojera más grande del mundo me recosté al lado de Katherine.
Ella, inmediatamente se puso tensa y me empezó a rasguñar, probablemente así se quede a partir de ahora así que lo mejor que puedo hacer es acostumbrarme.

Tomé sus muñecas para evitar que siguiera intentando lastimarme, luego puse una mano en su cintura y la apegué a mi. No puedo sentir frío o calor pero se me hace extraño su temperatura, no es como normalmente ella la tiene.

Ella por otro lado, empezó a removerse en intentos desesperados de que yo la soltara, pero las cadenas en sus manos y cuello, no la dejaron. Besé su frente conteniendo las lágrimas.

-Estaras bien mi reynas, pronto estaremos juntos Kat.

Esas palabras parecieran hacerle algún tipo de efecto y deja de forcejear, se relaja un poco y termina por dejar de moverse así que suelto sus muñecas. Pongo ambas manos en su cintura y me quedo dormido.

★ ★ ★

Veía a todos los presentes mientras estos hablaban, la reunión iba muy bien aunque no lo estaba prestando mucha atención.

Marcus a mandado a llamar a varios representantes de pequeñas pandillas de vampiros, algunos Omegas de manadas pequeñas y una que otra hada estaba aquí, claro, está última está siendo obligada a participar.

Al parecer Marcus quiere unir nuestra pandilla con las pandillas pequeñas, aunque lamentablemente estás se deberán ver obligadas a aceptar ya que de lo contrario, lo más probable es que vayamos a atacarlas.
Y las hadas...Creo que solo quiere una donante personal, pobre chica.

Espera ¿Qué estoy diciendo? Es imposible que me esté dando lástima una hada, osea, una haga, si ella solamente deberían existir para ser nuestras donantes.

-¿Estás de acuerdo heredero? - levanto la mirada encontrándome con que todos me están viendo - ¿Escuchaste lo que dije?

- Disculpa, estaba distraído, ¿Qué decían?

-Estábamos sometiendo a votación la situación de Katherine, nosotros los hombres lobo queremos ayudarla pero cuando finalice su transformación deberá ser alfa de alguna manada.

-Nosotras las hadas, queremos que Katherine nos ayude en algunos asuntos ya que los híbridos tienen ciertos dones para la magia y a cambio vamos a prestar nuestros servicios para su cuidado.

-Hijo, los hombres lobo tienen 4 votos, los vampiros igual y las hadas tienen 2 votos, tu elijes.

Paseo la mirada en todo el salón.
Es imposible esto que me están diciendo, no se podrían estar...osea, esto... Esto es decisión de Katherine, esto no es nuestra decisión, es la de Katherine ¿Dónde quedaría su palabra en todo esto? ¿Y si quisiera oponerse? Crearía una guerrera entre padillas.

Y todo sería mi culpa.
Nuevamente.

Pasee la mirada una segunda vez como si la primera no me hubiera servido. ¿E escuchado bien? ¿Enserio quieren dejar la opinión de Katherine a un lado?

-Joseph responde, estamos durando demasiado tiempo - me insiste mi padre.

-Emm....yo....

-¿Joseph estás bien? La inseguridad no es propio de tí.

-Lo se pero es que...

-Heredero, necesitamos una respuesta.

Tantas personas hablando a un mismo tiempo ya me estaba artando.

-¡Ya basta! - colapso levantandome de la mesa - ¡No le daré mi maldito voto a ninguno de ustedes!

No espere a que me dieran ninguna autorización y salí corriendo de allí dirección a la habitación de Katherine.

Mientras corría no pude evitar las malditas lágrimas. No es propio de mi andar llorando, un pura sangre no debería llorar pero es que el tema de Katherine me está afectando.

Con más calma entro a su habitación y no me molesto en levantar la mirada, se con lo que me voy a encontrar.

Me siento a su lado y apoyo mi frente en su regazo, me dolía la cabeza por alguna razón.

-Katherine, lamento el haberme salido de control, prometo no volverlo a hacer pero... Me dolió ver qué tomaban una decisión que te correspondía ti - la miro por unos minutos y luego continuo - mientras yo esté aquí, no dejaré que nadie se propace contigo.

En medio del caos⅓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora