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Katsuki gime contra ti, tu pobre cama cruje bajo el peso compartido de ustedes dos. No es exactamente gentil ya que ensucia tu cuerpo con sus propias marcas. Deja dos, uno cerca de cada pecho y otro a la derecha de tu muslo, antes de sumergir su cara y devorarte como un hombre hambriento.
"Sabe jodidamente delicioso", gime, agarrando tu barbilla con la mano para besar tus labios lujosos. él sonríe maliciosamente cuando se aleja, "¿Estás de acuerdo?"
Inmediatamente lo pateas con la cara sonrojada, "Eres tan desagradable, Katsuki".
"Todavía me quieres", resopla en voz baja mientras se pone en cuclillas y golpea tu muslo para darte la vuelta. "Además, no puedo evitarlo cuando estás extendida así frente a mí. Estás goteando, cariño. Te ves tan jodidamente sexy".
Su mano acaricia reconfortantemente la curva de tu espalda, animándote a arquearte más mientras mueves tu trasero de manera tentadora. Katsuki mira embelesado, con la polla dura y untando líquido preseminal contra su ombligo.
"Por favor", suplicas instintivamente. tu cabeza se gira para hacerle un puchero con ojos necesitados, "Fóllame, Katsuki. Quiero sentirlo".
Sus ojos rojos te recorren con adoración mientras se adapta, apretándose el puño con un silbido mientras su cabeza se inclina hacia el techo. Se vuelve a concentrar con una respiración pesada, abriendo más tus rodillas, "Sí, con mucho gusto, cariño".
Es sólo la punta, pero ya estás cediendo ante él con un gemido entrecortado. Tu cabeza se mete en las almohadas y tu novio solo puede reírse mientras aprieta la grasa de tu trasero.
"Relájate, ya lo has tomado antes", canturrea suavemente mientras te intimida un centímetro más. "Puedo sentir cuánto te gusta, apretándome tan fuerte. Voy a poner crema en esta polla, ¿eh? Joder, eres tan hermosa".
La última parte sale un poco más suave y amorosa mientras te aprieta con fuerza y vuela hacia atrás en busca de comodidad. Entrelaza tus dedos, su mano sostiene la tuya con ternura mientras sus caderas chocan contra las tuyas. El piel contra piel es tan ruidoso y lascivo que esperas que nadie pueda oírlo, pero la idea se te escapa mientras Katsuki se pierde en tus paredes gomosas.
"Katsuki, oh, ¡Dios mío!"
"¿Qué, cariño? Vamos, dímelo".
Tu hombre solo sonríe mientras le hablas, pero solo te olfatea el cuello y te besa para recordarte que está ahí y te ama. Tus ojos se ponen en blanco y él siente una oleada de placer recorriendo su columna. Dios, él hará todo lo que le pidas.
Dirás que Katsuki fue azotado en el coño, y él nunca lo negará, solo mirará hacia otro lado con las mejillas y las orejas rosadas.
