ᴏᴅᴏʀᴏᴋɪ

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Marzo de 1982.

Estaba en un entrenamiento individual de disparo. Mi madre siempre me levantaba para que fuera a la escuela. Asi lo hacía, pero cuando terminanaba mis estudios, iba con mi mentor, Rafael.

Se supone que ese día él estaba enfermo y por eso yo tuve que ir solo. Agarré un rifle, que él mismo me había regalado, y comencé a apuntar a las figuras que simulaban humanos. A todos si un disparo aprobatorio. Estar en ese tipo de entrenamientos siempre me ha relajado, quería ser policia, pero no me dejaron. Entendí que siempre fue porque mi padre no fue un corrupto.

Cuando mi padre falleció, olvidé todo lo que tenía que ver con música, es como si una parte de mi haya muerto. No reanuden mis clases de guitarra hasta como cinco años después. Luego, conocí a Pedro, e hicimos una banda.

Recargué el arma con algunas municiones más, ya que mi madre no estaba y Rafael tampoco como para darme indicaciones, y comencé a disparar seguidas veces a los mismos objetivos. Eso me divertia ya que, como lo hacía de manera tan rápida, me gustaba ver el humo salir del objetivo.

Cuando estaba apunto de apuntar al último, otra bala de otra persona me interrumpió. Ambos disparamos al mismo tiempo, solo que yo disparé un poco mas centrado. Cuando voltee a ver al sosodicho, era mi maestro, era Rafael. Me sorprendió un poco, ya que no lo sentí llegar

Me miró pero no dijo una palabra; tan solo me sonrió y se retiró del campo. Eso hizo sentirme desconcertado, pero sobretodo frustrado, ya que parecía haberlo hecho a drede. Él siempre fue así, con esa maña de jugar conmigo cuando entrenábamos. Además que era obvio que el tenía mejor puntería que yo. Dios, odiaba tanto cuando era tan sínico...

Habían pasado algunos minutos. Tenía el rifle en la mano y estaba sentado en unas escaleras del campo que dirigían a la salida. Miré a Rafael a lo lejos, sentado en el pasto, apreciando la naturaleza que hacía en el lugar. Yo, enojado y confundido me acerque a el hasta que quedé frente suyo, con mucha rabia le pregunté:

- "¿Mi madre te pagó para dejarme ganar?"

- "Hm, esa es una acusación grave, Antuña" -

Contestó burdamente. Yo, al no saber muy bien lo que me trató de decir, simplemente me senté a un lado suyo.

- "Antuña, vos ganaste. No digas esa clase de cosas." -

No le contesté nada, honestamente no tenía absolutamente nada que decir.

- "¿Y porqué decis que tú madre me pagaría para dejarte ganar?"

- "Pues, sé que ya lo ha hecho."

Me encogí de hombros con cierta vergüenza.

- "No... No te preocupés. No lo hizo."

Hubo un espacio de silencio.

- "¿Vos para qué quieres aprender a disparar?"

- "Pues, quiero ser policia, por eso."

- "¿Entonces pensás que los policias solo disparan?"

- "Eso veo que hacen."

𝗞𝗼𝗺𝗼𝗿𝗲𝗯𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora