Negó por tercera una vocecita chillona y asustada al otro lado de la puerta asegurada con llave por el cachorrito de cabello negro que con arduos esfuerzos apenas lo había logrado. La fémina de baja estatura suspiró resignada al no poder ingresar a su habitación, sin saber que más podía hacer o decirle a su pequeño hijo para que aceptara asistir a su primer día. No pensó que llegara a ser tan difícil.
—Hijo, el preescolar no es tan malo como piensas, será divertido conocer a otros niños ¿No crees? —no se dio por vencida, continuó con su argumento esperando alguna respuesta por parte de este —Además, te prepararé sandía para comer ¿Qué te parece?
El simple hecho de mencionar la fruta favorita del niño bastó para que la puerta fuera abierta lenta y tímidamente por el azabache que se asomaba desde aquella abertura manteniéndose con la cabeza gacha y sollozando por lo bajo, gesto que preocupó a su progenitora.
—¿Que sucede, cariño? —cuestionó con dulzura, frunciendo levemente el entrecejo, mientras se agachaba para quedar a su altura y acariciaba sus redondas mejillas.
—E-es que... —tartamudeó, apretando su ropa con sus manos, pues un nudo se presentaba en su garganta debido a la frustración que experimentaba —A-aniki prometió que me llevaría..
Soltó con tristeza y luego se aferró a su madre mientras se desahogaba. Shizu finalmente pudo comprender el porqué de todo el alboroto de aquella mañana, así que consoló a su pequeño cachorrito e instantes después le sonrió.
—Tu hermano tuvo una emergencia esta mañana, así que me otorgó la importante misión de llevarte al preescolar. —aclaró la mujer con suavidad.
El niño levantó su brillante y emocionada mirada para ver a su madre. "Misión" fue la palabra que pasó por su pequeña cabecita, una sonrisa se ensanchó en su rostro —¡Vamos, Oka-san! —el pequeño tomó la mano de su madre para caminar apresuradamente hacia la entrada del hogar —¡No quiero llegar tarde!
—¡E-espera, Genya!
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—Aquí Shinazugawa Genya informándose..
Susurraba el azabache con seriedad, imaginando que estaba comunicándose por una radio transmisor portátil y dirigiéndose a una supuesta peligrosa escena del crimen donde él sería el gran héroe de la historia, tal como lo hacían los agentes de policía en la televisión. Aunque a su vista todo parecía ser peligrosamente mortal y oscuro, para la mirada de su madre no era otro más de sus juegos tiernos e inocentes.
—Me dirijo al riesgoso puente de la muerte..
—Ven Genya, dame la mano. —habló la mujer, el mencionado obedeció la orden de su madre para ambos cruzar el paso peatonal "riesgoso puente de la muerte".
