Despierto, esta vez en mi desastrosa cama. Mientras me adapto a la luz de la mañana y me desperezo estirándome y bostezando, mi madre, autora de los gritos con mi nombre, entra en mi habitación.
Mi madre; una mujer alta y esvelta, de piel clara, melena ondulada medio larga y dorada, recogida en un moño pero dejando la parte inferior suelta sobre sus hombros. Con la típica blusa larga beige que siempre lleva, aunque bastante desgastada, aún le sirve para el día a día del campo. Carga con una mano una cesta bastante grande de grano, mientras que con la otra abre las ventanas de mi habitación.
—¿¡Tú te crees que estas son horas para despertarse!? Ya son las doce de la tarde y aún no has ni desayunado.
Por una vez, estaba contenta de que mi madre me despertara regañándome, no quería ser aplastada por un titán y acabar espachurrada por toda la arena.
—¡Gracias, mamá! Me has salvado del monstruo. —Le abrazo las piernas ya que es el lugar más alto donde llego, mientras sonrío.
—¿De qué estás hablando? —Me da unas palmaditas en la cabeza, no sé si para tranquilizarme o darme prisa—. Vamos Kora, prepárate, que nos vamos vamos al norte.
—¡Sííííí, con la tía! —exclamo al recordar la maravillosa persona que es la tía, además de la emoción de ver por primera vez la ciudad del norte, que es menos rural y más avanzada que esta, o sea, la del sur.
Mi madre sale de mi habitación, no sin antes decirme un último: "Date prisa". Me cambio de ropa y me medio peino a toda velocidad, para luego mirarme en el gran espejo de mi armario.
En el espejo se refleja una niña de siete años, algo delgada pero desbordante de energía. Algo morena de piel, con un pelo rojizo con tonos amarillos de longitud media, recogido en una coleta con mechones sueltos, y ojos azules verdosos. Vestida con una camiseta beige de mangas largas, pantalones de tela algo desgastados y botas de campo, cumple con la vestimenta estándar de todo campesino del sur de Veria. Así es, la del espejo soy yo, Kora, campesina del sur.
Como ya he mencionado antes, es bastante común la vida rural en la ciudad del sur de Veria, ya que somos los encargados de abastecer con, entre otros, comida y telas a toda la región. Pero no es solo eso, además tenemos los mejores depósitos de metales, fortaleciendo las defensas que nos brinda la ciudad del norte. ¿Defensas? ¿Para defendernos de qué? La respuesta es bastante simple: de los titanes que acechan a la raza humana.
Desde hace incontables años los humanos hemos estado viviendo bajo el yugo de los titanes: criaturas humanoides de entre seis a quince metros que se alimentan de nosotros. A pesar de ello, la raza humana aún se preserva gracias a las murallas que rodean ambas ciudades, teniendo cada una la suya propia. La pregunta que suele venir ahora es que cómo es posible que las ciudades estén comunicadas entre sí, si en el exterior de ellas hay titanes. Pues bien, resulta que hay un camino que conecta las dos ciudades directamente, y que, además, está cubierto por un túnel. O al menos es lo que me han contado siempre, yo no lo sé porque nunca he ido al norte, pero esta vez sí que tendré la oportunidad de ir, y estoy muy emocionada.
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Attack on Titan - Panaverso
Action¡ADVERTENCIA SPOILERS DE ATTACK ON TITAN! (a pesar de ser una obra original, como es una reimaginación de la serie habrán eventos que puedan repetirse con respecto a la obra original) En una época medieval habitada por titanes, se halla la tierra de...