𝑉𝑖𝑟𝑔𝑒𝑛 ~𝑇𝑎𝑚𝑎𝑘𝑖 𝐴𝑚𝑎𝑗𝑖𝑘𝑖~

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Me di gusto quitándole la virginidad a ese hombre. Mis tetas se hundían en medio de sus narices, mientras estábamos en ese sofá. Tamaki se encontraba sentado en el sofá, aún vestido. Iba con su jean y su camiseta azul. Yo también estaba vestida con mi tradicional ropa de oficina. Así había empezado nuestro ritual de amarnos.

Entonces comencé a desabotonar mi camisa blanca, para que mis senos se hundieran más. Por la expresión de su rostro sabía que estaba disfrutando de mi fragancia. Siempre me había dicho que le encantaba mi perfume. Y ahora que me acariciaba mis senos y los besaba, ese aroma lo excitaba más.

Mis rodillas estaban a cada lado de su cintura. Y con mi mano izquierda yo empujaba su cabeza contra mis senos. Con la otra mano, aprovechaba para manosear sus genitales sobre su jean. Era evidente que Tamaki estaba excitadísimo. Muy pronto dejó de lamer mis tetas y decidió besarme en la boca. También me besó mi cuello, mis hombros, todo.

-Ya era hora que te atrevieras-le dije-. ¿Crees que no me daba cuenta de cómo me mirabas?

-Es que... quiero decir...

-No te justifiques, ya sé eres un poco tímido con las mujeres.

Ese comentario logró herir un poco su ego. Pero lo hirió con amabilidad. Fue un comentario lo suficientemente fuerte para despertar en él una nueva sensación. Así que de manera contundente se levantó del sofá, obligándome a colocarme de pie. Entre sus manos tomó mis muñecas, que formaron una especie de X. Esa X se ubicaba sobre mis pechos. Ahora me tenía neutralizada.

Entonces me empujó con una deliciosa violencia y me besó. Me obligó a retroceder. Pronto entendí que era lo que deseaba. Retrocedimos unos tres metros, antes de que me diera la libertad de girarme. Cuando logré girarme, corrimos los dos hacía mi habitación, cogidos de la mano.

-¿Preparada para la acción?

-Eso es lo que debería preguntarte yo-le dije-. ¡Eres tú el que aún no ha perdido la virginidad!

Una vez en mi habitación, con total rapidez, me dirigí hacia la ventana. Cerré en un segundo la cortina. La habitación quedó sometida a un color suave, similar a un naranja pardo. Es decir, la luz del sol golpeaba la cortina con suavidad. Ahora todo estaba dado para que folláramos a gusto.

Yo, me ubiqué sobre la cama y me quité mi camisa, como también mi falda. Con la misma rapidez lancé al suelo mis pantys y mi sostén. Ahora estaba del todo desnuda y preparada para comerme a ese hombre. Tamaki acababa también de quitarse el pantalón y ahora arrojaba su camiseta al suelo.

-¿Quieres colocarte el condón? ¿O confías en mí?

-Confío en ti. Vamos a disfrutarlo. Hay que decirle adiós a mi virginidad por lo alto.

Un momento más tarde, sentía como su pene erecto se hundía en mi vagina. Tamaki, debía ser un experto en ver películas y escenas porno. Porque, aunque estaba claro para los dos que era virgen, conocía buenas posiciones. Comenzamos con la tradicional posición del misionero. Pero al cabo de unos minutos, sin anular el coito, él se irguió, quedando de rodillas mientras yo permanecía acostada en la cama, en posición bocarriba. Gracias a esa nueva posición él mantuvo mis piernas abiertas y un poco estiradas hacia el techo.

Era una posición un tanto cómoda, donde él podía ubicar sus antebrazos sobre la planta de mis pies. Tamaki pudo entonces penetrarme la vagina con total gusto. Esa posición garantizaba también penetradas muy profundas. Y muy pronto comenzaría yo a gemir. Pronto percibí lo bien dotado que estaba Tamaki.

Realmente fue muy poco lo que hablamos mientras follábamos. Yo me dediqué a gozármelo, sintiéndome orgullosa de quitarle su virginidad. Aquella no era la primera vez que tenía el privilegio de estar con un hombre virgen. Y sucedería con Tamaki, lo mismo que con el primero.

𝙾𝙽𝙴 𝚂𝙷𝙾𝚃𝚂 𝙼𝙷𝙰 𝚇 𝙾𝙲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora